Así lo proclamaba Aristóteles 350 años antes de Cristo. Es un consuelo el saber que los corruptos que actualmente nos arruinan son consecuencia de la naturaleza humana y quizá deberíamos resignarnos, como sucede que España impida a catalanes y vascos libertad para autodeterminarse sin el permiso de la Constitución. Pero El Sabio Griego no previno que además deberían ser agudos para que cuando les descubriera la plebe, no se vengaran. Solo es un detalle. Es el caso de Gara: la Seguridad Social ha considerado a este periódico “sucesión de empresa” del desaparecido Egin, por lo que le ha endosado su deuda a Gara. Querían asfixiar al nuevo periódico que había surgido de la voluntad popular vasca de continuar disponiendo de prensa libre para oxigenar sus meninges. El Supremo falló en contra de la decisión de Garzón de cerrar Egin, por lo que deberían haberse tomado las providencias judiciales adecuadas para restablecer la normalidad quebrada por el juez estrella. Pero, no: el gobierno se ha limitado a dejar que sus activos se arruinen y pierdan su utilidad. Pero, es que, además de no ser decentes, son necios, pues habiendo una sentencia contraria, la Seguridad Social se ha inventado la fantasía de que Gara sucede a Egin, por tanto, debe responder de su deuda con la Seguridad Social. Pero ¿la sentencia del Supremo no dice que el cierre fue ilegal y, por tanto, que deberían indemnizar a Egin por la pérdida de sus activos deteriorados? ¿Y, como consecuencia, el nuevo periódico tuvo que financiarse con nuevas aportaciones para, precisamente, invertir en nuevos equipos, puesto que los antiguos no fueron repuestos por la administración a la situación previa al cierre como consecuencia de la sentencia condenatoria de la Audiencia Nacional? Por tanto, trasladar la deuda de Egin a Gara es reiterarse en la ilegalidad. Pero, bost axola, han pasado la deuda a otra entidad que nada tiene que ver con la que ilegalmente cerraron. Pobre Aristóteles, una vez más los vascos se han movilizado para aportar más de 3 millones de euros para cancelar una deuda que, en su fantasía se han inventado los políticos. Nada que ver con los rescates a bancos, cajas y multinacionales que han huido con el botín.