El humor del cielo de esta mañana de fiesta hace que el murmullo del agua invada la duermevela. Llueve en las calles y en el monte. Un placer pensar que la vida es un murmullo diario que te regalan sin coste alguno, salvo la nostalgia. Los ojos de culebra de la primavera y la lluvia suave nos transportan al sigilo de una abadía y al murmullo invisible del bosque, donde la vida cobra un sentido plácido. Es bueno sentirla así, al menos un instante del nuevo día, al margen del trasiego real. Es la primera nota del diapasón con que contrastar el ruido diario y crear la melodía de color sin estruendos que nos interesa montar a la tarde. Y así sentimos, aunque sea por un instante, que la vida es bella y merece la pena.