desde hace tres cursos académicos (2016-2017), el Departamento de Educación decidió suprimir los exámenes de recuperación de septiembre para trasladarlos a junio. Esta medida fue adoptada a petición de ADI (Asociación de Directoras y Directores) sin que, como desgraciadamente es habitual en el ámbito educativo, el profesorado fuese consultado al respecto.

Aunque es cierto que para los equipos directivos de los centros educativos esta imposición facilita la gestión y organización del curso siguiente, nadie consideró los graves perjuicios que esta decisión está generando en toda la comunidad educativa.

Desde mediados de mayo, el alumnado de entre 12 y 16 años se ve sometido a una vorágine de entrega de trabajos y de exámenes (los de la 3ª evaluación, los de la recuperación de la 3ª evaluación y las recuperaciones de las recuperaciones en la primera semana de junio). Esto ocasiona un estrés y sobrecarga difícil de sobrellevar para toda la comunidad escolar que afecta gravemente a la convivencia en los centros que cumplen escrupulosamente con las Instrucciones de principio de curso indicadas desde Inspección educativa.

Como consecuencia, nuestro alumnado pierde un mes de horas lectivas (clases impartidas en cada asignatura), puesto que para finales de mayo tienen que saber si han superado el curso o no. Por lo tanto, desde la primera semana de junio hasta el último día de clase -este año ha sido el 18 de junio-, tienen que convivir en las mismas aulas alumnos que han aprobado todas las asignaturas con aquellos que deben recuperar una o varias materias. Es ahora cuando se genera un caos organizativo en los institutos: los alumnos que han aprobado no están dispuestos ya a seguir profundizando en los contenidos; por contra, los suspendidos, con solo dos semanas, no pueden preparar los exámenes extraordinarios de junio (antes septiembre) con un mínimo de garantías y en la mayoría de los casos se les aboca o a la repetición de curso o a pasar al siguiente con asignaturas pendientes.

A pesar de que los defensores de esta medida aseguran que el número de aprobados aumenta con respecto a los datos que arrojaban los resultados de septiembre, hay que señalar que las estadísticas pueden ser engañosas. Recordemos el “ejemplo del pollo”: si yo me como un pollo entero y tú ninguno, según los datos, cada uno nos hemos comido medio y la realidad es bien diferente ya que enmascara muchas casuísticas que darían lugar a una reflexión más profunda.

En definitiva, solicitamos al Departamento de Educación la vuelta inmediata de los exámenes de septiembre puesto que la situación actual no solo no beneficia a nadie, sino que inevitablemente perjudica a todos.

En representación del Claustro de Profesorado del IESO Iñaki Ochoa de Olza de Pamplona