¿Se han parado a pensar en la gran dependencia que tenemos las personas en la actualidad del preciado y venerado coche? Hemos llegado a un punto en que la mayoría no sabríamos concebir la vida sin este elemento, no sabemos movernos por ahí sin la ayuda de este símbolo de independencia personal, de libertad sobre ruedas. Tenemos que ir con el coche a todos los sitios. ¿Se imaginan una ciudad con un transporte público suficiente, puntual, cómodo y que llegase a todos los rincones? ¿Y un transporte nacional e internacional con destinos y horarios flexibles? Se evitarían atascos, accidentes, nervios y humos, para nuestras cabezas y para el medio ambiente, y tendríamos mucho más tiempo para pensar... pero pensar con tranquilidad, y pasear, y observar, y respirar.