Plenamente de acuerdo, como habitualmente, con los lucidos planteamientos de Juanjo Alvarez. Solamente apuntaría a una tercera pata: no solamente necesitamos un acuerdo bilateral con el Estado, que también (aunque la experiencia dice que el Estado hará todo lo posible para ceder lo menos posible, ahí están las competencias del Estatuto de Gernika, no transferidas después de casi 40 años), pero necesitamos situarnos en Europa, donde los países o naciones sin estado estamos en clara desventaja pues el proyecto de Europa es, básicamente, una Europa de los estados, de los actuales estados. Nos lo repiten constantemente para que nos callemos.

Sugiero una labor paciente pero firme y constante, de trabar contacto institucional con representantes nacionalistas (no temamos al término en tanto lo aplican ellos a sus actuales naciones con estado), por ejemplo, de Flandes, País de Gales, Escocia, Córcega, etcétera, obviamente sin olvidar a catalanes y gallegos, y me pregunto si no habría que atender a los aranistas, que, milagrosamente, parecen estar salvando su propio idioma.

Se trata de crear lazos y hacer labor de lobby en las instituciones europeas. Aplicando ahí también el pluralismo, pues no todos los componentes de los pueblos sin estado pensamos lo mismo, ni tenemos a corto o medio plazo los mismos problemas, luego objetivos, pero nos une uno: somos europeos, tenemos conciencia nacional propia y no nos tienen en cuenta porque no tenemos estado propio. El error, a mi juicio, residiría en poner nuestro objetivo en crear un Estado propio, cuando la prospectiva, y un buen razonamiento geopolítico, nos dice que vamos a más Europa y a menos naciones-estado. Si fracasa este ilusionante proyecto de Europa, caeremos todos en la insignificancia planetaria: no solamente Euskadi y España. También lo que quede de Europa: un amasijo de estados sin alma, peleándose entre sí por unos platos de (malas) lentejas.