La falta de adopción de medidas profilácticas por las autoridades chinas en los casos de contaminación del aire, la falta de previsión en la crisis de la peste porcina que habría aumentado los precios de la carne de cerdo hasta límites estratosféricos y la reciente irrupción de la pandemia del coronavirus (con sus consiguientes efectos colaterales en forma de oscurantismo informativo, cuarentenas de ciudades, falta de material médico, paralización de la actividad productiva y episodios de desabastecimiento de alimentos), podría provocar el final del endémico aislamiento y pasividad del individuo sumiso y acrítico que conforma la actual sociedad china. Así, tras la imposición por las autoridades chinas de una férrea censura sobre el coronavirus en Internet, se estaría gestando una creciente desafección de la sociedad china respecto de sus gobernantes de lo que serían paradigma el joven bloguero Chen Qiushi (actualmente en paradero desconocido) y el doctor Li Wenliang, considerado por la sociedad china como el primer mártir del coronavirus.