La vida en un albergue masivo se describe en la mayoría de los casos de insatisfactoria, en el mejor de los casos. Los extraños con muy diferentes orígenes y estándares de vida se ven forzados a vivir unos con otros. La conducta social varía con cada familia. Muchas víctimas se perturban por los efectos del desastre, la alteración de sus patrones de vida y la incertidumbre del futuro. Otros se preocupan por la seguridad de sus familiares que no están con ellos y con quienes no pueden ponerse en contacto. Otros más pueden sufrir perturbaciones emocionales, psicológicas desde antes del desastre y pueden haberse agravado sus problemas. Todo ello es complicado por la naturaleza poco familiar y restrictiva de la vida en el albergue, la falta de privacidad y de sueño y los cambios en los hábitos de alimentación.La mayoría de los ocupantes terminan por adaptarse adecuadamente a la vida en el albergue. Sin embargo, otros generan problemas y son exigentes. Por esa razón es esencial establecer normas y reglamentos básicos para la vida en común y procurar que se cumplan. El equipo debe tener control inmediato de lo que ocurre en sus dominios para evitar todo tipo de problemas. Junto con las medidas para imponer las normas. Debiéndose controlar la conducta personal que genere alteración como: consumo de alcohol y otras drogas, el comportamiento sexual, peleas, juegos de azar, tabaquismo y el empleo inapropiado de los suministros y instalaciones.Entre las medidas que deberían estar a la orden del día, tendríamos los primeros auxilios psicológicos para personas que sufren reacciones más duraderas y graves al estrés. No es posible que en el albergue se siga un programa total de salud mental, no obstante, el tratamiento eficaz (información y dirección), la simpatía, interacción amigable con los demás y el ocupar a las personas en algo útil puede servir de mucho para estabilizar la situación.Ya sea de forma consciente o inconsciente, toda opinión que se da y decisión que se toma, se basa en creencias, actitudes y valores. Existen lugares en donde se reúnen todo tipo de personas. ¿Por qué el albergue debe ser diferente? Las creencias y prácticas religiosas y culturales son variables. Para un mundo que ya se encuentra en total confusión la vida en un albergue agrega un toque de extrañeza y congestión, además de un futuro incierto. Todo el personal administrativo debe adoptar una actitud imparcial y acrítica. Los posibles conflictos pueden disiparse por medio del entendimiento básico de los valores y su esclarecimiento y la actitud de escuchar con interés al interlocutor.