Este maldito bicho que ha provocado el estado de alarma saca a la luz lo mejor y lo peor de la condición humana: en el lado positivo está la capacidad resiliente de nuestra sociedad, que está bregando contra un peligroso enemigo invisible, y aún así no pierde la esperanza ni el sentido del humor. Hay muchos colectivos que les tendremos que agradecer de por vida lo que están haciendo por el resto de la sociedad: personal sanitario, fuerzas de seguridad y todos los trabajadores que permanecen al pie del cañón para abastecer a los demás. Por el lado negativo, aunque son minoritarios, cabe resaltar la inconsciencia de algunos que ahora no pueden estar sin salir a la calle, y digo ahora porque antes del estado de alarma seguro que eran los mismos que decían: "qué bien estoy en mi casita con el tiempo que hace", pero ahora, aunque caigan chuzos de punta quieren salir, se sienten oprimidos entre cuatro paredes. ¡Menuda prisión! Con la despensa llena, televisión, fibra, móvil€ ¡Cómo envidian a esos negritos de África que salen de su chabola y corretean por la selva sin que nadie les ponga multas! Y dejo lo más llamativo para el final: el departamento de Sanidad del Gobierno vasco subastó en 2011 un total de 47.000.000 de mascarillas, repito: cuarenta y siete millones, por 40.500 €. Dos años antes tuvieron que comprar sesenta millones por 2,5 millones de euros para luchar contra la gripe A. O sea, que se desprenden de un artículo casi imperecedero€ ¿Porque les ocupaba espacio en su almacén? Echen cuentas por cada mil mascarillas: las compraron por más de 41 euros y el sobrante lo vendieron por 1 euro. ¡Claro! ¡A despilfarrar con el dinero de todos! Pero€ ¿Y ahora a qué precio están?