Representa junto al esqueleto completo, incluida la calavera, a la muerte. No se ha escrito en la historia de la humanidad de nada tanto como de la muerte. En unas ocasiones más que en otras. Ahora como nunca, por las circunstancias de la pandemia, pero de pasada. Sólo para ponerle número a los muertos en la estadística. Diríamos que la estadística está de moda, a pie de camino, a pie de sendero. El miedo es libre. Se olvidan de que en realidad para lo que sirve la guadaña es para cortar hierba. Hierba verde, tierna y temblorosa que sirve a los animales de alimento y a los hombres para relajar la mente, abrir el paisaje y alegrar la vista y el corazón. Es tan simple como las hojas, las margaritas, las prímulas y las rosas, las caléndulas y los tulipanes. Es la naturaleza que nos crece a los pies y que nos reclama a gritos que la miremos, que la mimemos, que la acariciemos. Lo de morir es cosa circunstancial y de una sola vez. Los prados y las flores están siempre, antes y después de la guadaña. Siempre y cuando no los sequemos para siempre cuando termine de cambiar el clima. Entonces no servirá de signo para asustar ni la calavera, ni el esqueleto, ni la guadaña. Ni la piedra de afilar. El Corona Virus será una anécdota. Os lo juro.