Pertenezco al colectivo de pacientes que ha sufrido en el último año algún evento cardíaco, tipo infarto de miocardio o angina. Y que sigue un programa de rehabilitación cardíaca, en mi caso, por ser de riesgo bajo, en el estadio Larrabide. Este programa, puesto en marcha por el Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea, comprende sesiones de gimnasio, charlas informativas y, recientemente, por insistencia de nuestra monitora Cristina, incluye también sesiones de Mindfulness para gestión del estrés, aspecto éste que yo, como psicóloga, valoro muy positivamente y animo a que no quede en un mero ensayo. Porque en efecto, la relación entre el estrés y la patología cardíaca está ampliamente comprobada. Han sido grandes catástrofes (terremotos, atentados€) las que han mostrado la asociación entre ambas cosas, actuando como disparador en personas predispuestas. Los rasgos de personalidad (hiperalerta, prisa, competitividad€) se conocen desde hace tiempo. Y el papel del estrés laboral (plazos ajustados, falta de control sobre el trabajo que se realiza, velocidad€) está también estudiado, multiplicándose por 2,5 el riesgo de angina.Las conversaciones cotidianas con mis compañeros de programa me han evidenciado la importancia del estrés en su vida: el chófer que tiene que trabajar a un ritmo impuesto por clientes que van con prisa, el estrés del que trabaja en control de calidad y se ve presionado a la hora de sacar el producto, el repartidor de frescos que tiene que trabajar contra reloj para que no se estropee su mercancía,o el agricultor con jornadas de 24 horas o el responsable económico de controlar el gasto de la empresa€, entre otros, así me lo han hecho ver.Y ahora llega la pandemia y todo para, pero nuestra monitora especialmente y todo el equipo sigue pendiente de nosotros, enviándonos ejercicios, en contacto permanente para testar nuestro estado de ánimo, con un mimo encomiable que desde aquí es de justicia resaltar. ¡Gracias por todo!