Su nombre es María Ruiz Castellano y es la jefa de las Unidades de Hospitalización a Domicilio, Paciente Crónico y Pluripatológico y Paciente Paliativo, del Complejo Hospitalario de Navarra.La pandemia por la COVID-19 ha cambiado nuestras vidas, y los profesionales sanitarios vieron alterada por completo su rutina diaria. El inicio del estado de alarma supuso para María unos primeros 25 días de trabajo continuo, sin ningún día de descanso, largas jornadas de más de 12 horas y guardias sin libranza. Pero ella, desde el principio, lo tenía claro, el hospital se iba a colapsar y no era momento de buscar culpables, sino soluciones. Muchos infectados por coronavirus iban a precisar atención en sus domicilios y esa era su responsabilidad. Y creó nuevos equipos de trabajo, y se llegó a los 200 pacientes ingresados en la Hospitalización a Domicilio, y el número de infectados continuó creciendo. Entonces María luchó como nadie, primero en los despachos y luego a pie de cama, para medicalizar el Hotel Iruña Park y así evitar que ningún navarro quedase sin ser atendido.Pero María no es de hielo, y también ha llorado por las muchas horas que sus tres hijos pasaban solos en casa, por todos los compañeros de trabajo que se han infectado y por esos pacientes a los que no ha curado.Ahora el hotel ya ha cerrado, los ingresos cada vez son menos y las cosas poco a poco van asentando. Y ella ya duerme algo mejor, con la tranquilidad del deber cumplido y el convencimiento de haberlo dado todo, y más.María es mi esposa, es de Burlada y su labor no debe ser olvidada.