En el fuerte San Cristóballos tenían encerradoshacinados y sin ropassin comida, maltratados.Por luchar contra el fascismoy defender la libertad305 murieronde hambre y enfermedad.Vivían en un infiernoentre miedo y humillacióndarse a una fuga imposibleera la única opción.Un domingo 22de mayo del 38desde dentro del penalestalló la dignidad.Tomaron el control del Fuerte800 escaparonno hubo ningún disparosólo un guardián mataron.Pudiendo haber ajusticiadoa bastantes más soldados,el único que falleciófue por un golpe mal dado.Fuera estaba lloviendola noche todavía helabaoscuridad y malezaera lo que se encontraban.Bajaban los desnutridospor las laderas de Ezkabalos pies eran sus zapatosen la huida desesperada.Arbolado, zarzas, barrose dirigían al norteguiados por las estrellasseñalando el horizonte.Se fueron dispersandoentre montañas y vallesescondidos y asustadoscomo animales salvajes.Empezó la caceríahabía orden de matarfalangistas, picolos y carlistasno dudaban en disparar.En esos primeros díasmuchos fueron apresadosotros a sangre fríaiban siendo ajusticiados.Cuentan los niños de entoncesque antes de ser fusiladosen los pueblos ofrecíanviandas a los sentenciados.En la prensa oficialno se mencionaba nadael fascismo no encajabala palabra libertad.3 hombres consiguieronal final cruzar la mugaen honor a esos 220asesinados en la fuga.