Me dirijo a ti por personificar en alguien el agradecimiento que debemos a las personas que os estáis dedicando a salvar nuestras vidas, poniendo en riesgo la vuestra. Eres nuestra médico de cabecera en San Juan.Cuánto miedo, cuánta impotencia, qué cabreo por no disponer vosotras-os las protecciones necesarias para protegernos todos. Miedo a que cualquier usuario os contagiara o, en algún caso, vosotras contagiaríais, ya que no os habían hecho la prueba tan necesaria. Impotencia al tener que seguir atendiendo y curando, sin poder corregir los fallos de seguridad. Cabreo por no recibir respuesta alguna a esas demandas tan justas.Ahora que parece que ha mejorado algo la situación, sobre todo, gracias a vosotras-os, he decidido escribir estas palabras para agradecerte todo lo que has hecho, estás realizando, y, estoy seguro, vas a seguir haciéndonos a Garbiñe, a mí y a todos los usuarios, ofreciéndonos tus grandes conocimientos, tu grandiosa vocación e infinita humanidad. Con tus conocimientos siempre has sabido lo que era mejor para nuestra salud.Constantemente hemos comprobado que lo tuyo es vocacional por esa dedicación que nos ofreces. Y tu humanidad, con la que no solo nos aciertas en las respuestas somáticas. Cómo te preocupas de nuestro estado mental para que no solo nosotros, sino que también los que nos rodean seamos más felices.Para todo el mundo, sin duda alguna, lo principal en la vida, como dice la canción, para ser feliz, es la salud. Por ello, cuando estoy feliz, me acuerdo de que, entre otros seres, te lo debo a ti.No te preocupas solo de que nuestro cuerpo camine adecuadamente con sus órganos. También nos preguntas por nuestro espíritu, entregándonos tu opinión plena de inteligencia y sensibilidad.Gracias, María Luisa, por ser nuestra gran y querida doctora.