Soy un afectado por el párkinson desde hace 13 años y quiero enviaros mi solidaridad.Yo también sé lo que es depender de una enfermedad que, como la sombra, se pega a nosotros y no nos deja ni de día ni de noche. Sé cómo se agradece el afecto de los amigos y amigas cuando con un abrazo profundo se unen a nuestras vidas. Ahora con el coronavirus, imposible tener esa muestra de cariño. Reconozco también la calidad de nuestra sanidad, cuyos miembros se vuelcan sin titubeos para socorrernos durante las 24 horas del día.Sé lo que es tener la mente despierta y ver que la enfermedad avanza y que se apropia de nuestras horas de sueño, que nos roba la calidad de nuestra voz, nos impide, al bloquearnos, caminar con alegría. Soy consciente de la búsqueda incesante de alternativas para vencer o, al menos, detener la enfermedad: cantar en un coro, expresarse mediante la danza, hacer yoga, meditar, etcétera.Valoro la importancia de asociarse para ayudarse mutuamente, para ver lo que hace progresar a un compañero o compañera, o por el contrario, lo que le hace retroceder.¿Y la familia? Nos lo da todo; se convierte en nuestro cuidador o cuidadora; los hijos muestran su adoración ante sus padres a los que ven sufrir y que no ceden, empujados por el deseo de avanzar y ser más.Por todo ello, os envío mi apoyo en el día de la solidaridad con los enfermos de ELA.