Hoy se presentará a votación, ante el Pleno del Ayuntamiento de Pamplona, el proyecto presentado por Navarra Suma: Coworkids. Este proyecto pretende sustituir el insustituible trabajo que vienen desarrollando los SAPC de los barrios de Pamplona desde hace más de 20 años. Insustituible porque se basa en el trabajo comunitario, un modelo que surge de los propios barrios y que solo pueden desempeñar los educadores y educadoras comunitarias de los barrios como figuras referentes para la población infantojuvenil.

Actualmente, este equipo humano está compuesto por decenas de personas voluntarias y 24 trabajadores que realizan su función de forma coordinada en un entramado que solo se puede imaginar si se mira desde dentro. De este entramado forma parte el trabajo en red de los vecinos y vecinas del barrio, que de forma individual o a través de colectivos aportan su granito de arena para construir el barrio que queremos con la infancia y la adolescencia como protagonistas.

Esto es la verdadera esencia del trabajo comunitario, el mayor tesoro que tenemos. Tanto es así que incluso llegó a oídos de Unicef, quienes precisamente por esto decidieron proclamar a Pamplona Ciudad Amiga de la Infancia.

Con el nuevo proyecto, 14 profesionales externos pasarán a realizar esta labor. Se impone un modelo de estructura jerárquica, que supondrá silenciar al barrio. Desconocemos si no terminan de entender o no quieren entender qué es el trabajo comunitario. Porque la propuesta alternativa que se debatirá hoy en el Pleno, ni tan siquiera se asemeja. Siguen viendo el trabajo de los SAPC como simples espacios de ocio y tiempo libre. Estamos en una situación muy crítica. Se trata de un ataque a la infancia y adolescencia sin precedentes, un atropello a los derechos de la infancia. ¿De verdad esto está siendo real? ¿De verdad alguien se plantea que esto tenga la más mínima posibilidad de salir bien? ¿De verdad nadie se pregunta qué es lo que quiere el barrio?

El trabajo de los SAPC no puede desaparecer porque se trata de un servicio público. Como servicio público, solamente podría sufrir modificaciones contractuales con perspectivas de mejora, como el hecho de ampliar el presupuesto para extenderlo al resto de barrios que quedan por cubrir, siempre y cuando se respeten los procesos de cada barrio. Porque no olvidemos que se trata de un modelo no impuesto que surge del propio barrio, y es el Ayuntamiento quien tiene la obligación de proporcionar los medios para la viabilidad y desarrollo del mismo.

Lejos de esto, se expolia a los barrios de este servicio tan fundamental que ellos mismos generaron con incansable trabajo, profesionalidad, tiempo, buena voluntad, ilusión y las mejores intenciones. Un trabajo de años y generaciones, con diversas dificultades a lo largo del camino hasta que se lograron los derechos de los que ahora disfrutamos.

Se trata de una acción tristemente oportunista. Ha tenido que llegar una situación de crisis mundial, aprovechando la vulnerabilidad de la población y que todas las atenciones están más puestas en el desarrollo de los acontecimientos que en el de las decisiones políticas. No son ni las formas ni el momento de hacer las cosas.

Deseamos que esto quede solo en una amenaza más, y que los niños y niñas, los jóvenes y las familias de nuestros barrios puedan seguir creciendo, aprendiendo y aportando en su entorno legítimo, como un miembro más de la comunidad, siendo escuchados, acogidos y aceptados independientemente de su situación personal, su nivel económico, su idioma, religión, raza o sexo. En un ambiente horizontal y solidario, donde la educación emocional y la educación en valores sean los pilares fundamentales para su desarrollo. Donde no se les diga cómo pensar sino que se les proporcione las herramientas para aprender a pensar por sí mismos. Porque en la vida comunitaria solo entendemos un idioma, el de la fraternidad.

La autora es presidenta de Siñarzubi, en nombre de: Siñarzubi, Batean, Umetxea, Bideberri, Buztintxureando Txuri, Yoar, Aldezar y Etxabakoitz Bizirik