Al igual que el cuerpo humano, los idiomas sufren agresiones que actúan como un virus contra ellos y deterioran su estado. Es lo que sucede en la lengua española con ciertas expresiones latinas fijas, mal adoptadas desde su inicio o alteradas después, mediante repeticiones defectuosas, por parte de los hablantes. Son grupos de palabras que mantienen su uso correcto e, incluso, cobran vida en los niveles científico-técnico y jurídico-administrativo, pero que pasan a ser locuciones mal dichas y peor escritas en el lenguaje ordinario. Las causas posibles de su indebido empleo se deben a la ignorancia, la distracción mental y la falta de sutileza en usuarios que solo obran por contagio; influye también en ello el paso del tiempo, que paraliza la aplicación de ciertos signos lingüísticos y exige la creación de nuevos valores significativos. Por consiguiente, he aquí cuatro ejemplos para aclarar lo dicho y una especie de resumida nota final que sirva de norma de corrección. 1) Se dice: a motu propio; errores: anteposición de "a" y supresión de "r"; debe decirse: motu proprio; debe traducirse: voluntariamente. 2) Se dice: a grosso modo; error: anteposición de "a"; debe decirse: grosso modo; debe traducirse: aproximadamente. 3) Se dice: en mente; error: anteposición de "en" por "in"; debe decirse: in mente; debe traducirse: en la mente. 4) Se dice: urbi et orbe; error: cambio de caso en la tercera palabra; debe decirse: urbi et orbi; debe traducirse: a la ciudad y al mundo. Lógicamente, se trata de préstamos formados por términos asociados e inmodificables. Por tanto, hay que utilizarlos tales como son o desprenderse de ellos. Un ejemplo en español puede servir para facilitar su comprensión: "dársela con queso" no se puede sustituir por "entregársela con queso", aunque los verbos sean sinónimos.