Aunque parezca mentira en los tiempos que corren, la ikastola pública Amaiur, a la que acude mi nieto, no cuenta con un patio cubierto, en una ciudad como Pamplona, con una probabilidad de precipitación media en torno al 30%.La necesidad de una cubierta se viene reclamando al Ayuntamiento desde muy largo, obteniendo, año tras año, la misma negativa, alegando que se cuenta ya con un pequeñísimo frontón cubierto, en el que difícilmente cabe un 20% del alumnado.Este año, con la presente crisis del coronavirus, este viejo problema ha subido de magnitud, convirtiéndose en un peligro sanitario. Cuando todas las advertencias pasan por reducir el tiempo de reunión en espacios cerrados y optar al máximo por el aire libre, los días de lluvia los alumnos y alumnas tienen que pasar las horas de recreo y posteriores a la comida hacinados en pasillos y aulas.Sabemos que las carpas portátiles del Ayuntamiento están agotadas, y que no podemos asumir el coste astronómico de su alquiler pero, en un ejercicio de imaginación, se me ocurre que tal vez los militares puedan contar con carpas inutilizadas que nos solucionarían este contratiempo. Ante situaciones desesperadas se necesitan medidas desesperadas. Al fin y al cabo, ¿no es el Ejército un servicio público para ayudar en situaciones de crisis?