a Banda de Música La Pamplonesa se fundó en septiembre de 1919, mientras la pandemia de gripe que asolaba al mundo daba sus últimos coletazos. El año siguiente de 1920 fue muy agridulce: la emoción y el esfuerzo por sus comienzos, inclusive su primera participación en los Sanfermines, era contrarrestada por la precariedad sanitaria, económica y social de la vieja Iruña. Hubo que hacer auténticos malabares para poder subsistir en un entorno que se antojaba hostil. Aun así, lo logró adaptándose a las necesidades de sus ciudadanos, que le dieron todo su apoyo y, por supuesto, a su buen hacer.

Cien años después, este año 2020, ha cambiado nuestras vidas, es evidente. No solo en lo que concierne a la situación sanitaria, que está siendo dramática, sino también a ámbitos personales, sociales, económicos, culturales... Cuando eso ocurre, hay dos opciones básicas: la primera, lamentarse y anhelar un pasado que seguramente no volverá, lo que nos traerá sufrimiento. La segunda, adaptarse a las nuevas situaciones de la mejor forma posible, pero sobre todo con un cambio de actitud que nos permitirá lograrlo.

El recorrido de La Pamplonesa en este sentido durante este año ha seguido esta segunda opción. Tras un 2019 en el que celebraba su centenario por todo lo alto y de forma multitudinaria, el nuevo curso prometía seguir en la misma línea y así comenzó con todas las butacas llenas en sus conciertos en el Teatro Gayarre. Durante el confinamiento se cancelaron espectáculos, pero al mismo tiempo se generaron otros virtuales que permitieron mantener la actividad y el peso específico que tiene la banda dentro de la oferta cultural pamplonesa. Recuperados del golpe inicial, hubo que adaptarse, realizando en el mes de junio una serie de conciertos en espacios abiertos en pequeño formato, por familias instrumentales, que funcionaron muy bien. Si hasta entonces había sido solo una posibilidad, desde entonces fue una realidad. La ausencia de las fiestas de San Fermín también alteró el calendario habitual, por supuesto, pero no por ello cesó su actividad. Al contrario, abrió nuevas posibilidades, como las visitas a nuestros mayores y enfermos en una pequeña gira que recorrió residencias y hospitales, para alivio de quienes lo estaban pasando muy mal, siempre con la distancia y el respeto debidos. Una gira repetida en la tarde de Nochebuena para seguir acompañándoles.

Ya en otoño, hubo que adaptarse a una nueva situación incierta en el Teatro Gayarre, pero que aun así permitió seguir disfrutando de la cultura en primera persona, en directo. Una oferta segura que teatros, actores, músicos y público deben seguir disfrutando para conocer la creación artística del presente, del pasado y del futuro. En ese momento se encuentra La Pamplonesa ahora mismo, mostrando una relativa normalidad en sus conciertos, aunque sea con menos músicos en el escenario, menos público en la sala, pero con todas las garantías de seguridad. En este último trimestre del año han sonado poesías con fondo musical, aires latinos, esencia de zarzuela en frasco pequeño, música de salón vienés y melodías navideñas a través de excelentes versiones para banda.

Al igual que hace cien años, el favor de su público y de los programadores hace que la banda se asome a 2021 con todas las ganas e ilusión del mundo y con todas las garantías de seguridad. Haciendo las cosas bien podrá lograrse, inclusive en estas fechas que siempre son tan familiares.

El autor es miembro de la banda de música La Pamplonesa y autor del libro de su centenario