No es ni será la primera vez que me conmocione cómo ha cambiado la vieja Iruña. Los de mi generación hemos sido testigos presenciales de las consecuencias de la expansión. Hace unos meses pasé por la avenida de Bayona y me vino a la memoria mi niñez en dicho barrio, cuando fuimos a vivir a las casas de Eguaras, al número 70, lo que hoy es Monasterio de Iratxe. En aquellas fechas rodeadas de huertas, campos de trigo, frutales... ¡Qué tiempos! Desde la ventana de casa oíamos resoplar al Plazaola entre los pinos que jalonaban la vía. Revolviendo en el cajón de los recuerdos salió el recordatorio de mi primera comunión, 24 de mayo de 1954 en la capilla de las RRMM Dominicas.Aún me parece estar viendo el campo de Osasuna, donde los domingos se batían con el rival de turno. ¡Qué cantidad de gente acudía andando! Entre ellos mi padre, gran forofo. Había pocos coches, pero los graderíos se llenaban de aficionados jaleando al equipo, especialmente cuando ganaba. ¡Menuda fiesta se montaba!La imaginación siempre ha ido inherente a los tiempos. Algunos vecinos, los más diestros, eran auténticos fenómenos llevando a cabo ideas. Crearon un vehículo de lo más estrambótico. Tenía cuatro ruedas de rodamientos y una más para guiarlo. El piloto, medio echado en la plataforma, lo dirigía con lo que no era otra cosa que un tosco manillar de madera, como el resto. Lo llamaban guitis. ¿Dónde probarlas? En la cuesta del cementerio, ¡claro! Por cierto, bastante pica. Pero había unos personajes uniformados de verde, con txapela, carabina y makila que los conocían como carabineros -sería por el detalle de la carabina- que tenían la misión, entre otras, de vigilar la carretera del citado camposanto. Conocían de sobra las travesuras y jugarretas de la chavalería, por lo que se apostaban en lugares estratégicos con el fin de sorprenderlos in fraganti. Los primeros les pillaron desprevenidos y pudieron escabullirse, pero los siguientes cayeron en la encerrona que les tendieron y se quedaron con los juguetes, para disgusto de los mozalbetes.A día de hoy les llaman goitiberas. Los que las bautizaron no anduvieron desencaminados. En muchos pueblos de nuestra geografía se hacen campeonatos.