Hay presas y presitas, hay centrales y centralitas, hay enormes canales que roban el agua y hay acequias históricas que riegan nuestras vidas. Hace 21 años que me subí con las compas de Itoiz a la noria del Milenio en Londres para protestar contra el ataque a los valles navarros y las penas de prisión para quienes los defendían. Hoy, estoy defendiendo una pequeña presa en el río Mijares, Teruel, donde vivo, porque sirve para producir electricidad limpia desde hace 75 años, su impacto está asimilado por el entorno, no se inundó ningún pueblo, pues está en un barranco estrecho, y nos permite regar nuestros huertos y apagar los conatos de incendio que sufrimos cada año. Pedimos a los responsables de esta decisión que, por favor, vengan a conocer lo que están a punto de destruir desde un despacho en Madrid.