El 24 de enero se explayaba Patricio (El rincón del paseante, DIARIO DE NOTICIAS) describiendo una zona de Iruña que conocí bien, la antigua carretera a Estella, así rezaba el letrero en un principio en la Vuelta del Castillo, hoy Pío XII.Como manifesté anteriormente, residí unos años en el barrio de San Juan, en las casas de Eguaras. Este hombre, Patricio, tiene la facultad de retrotraerme a mi infancia. Los recuerdos vuelven. Un tropel de muetes íbamos a diario a la escuelica de San Juan, así la llamaban, sita en la citada carretera. ¿Por dónde lo hacíamos? Por caminos, senderos y un tramo paralelo con la vía del Plazaola, ¡qué tiempos! Disponía de campo con dos porterías, donde hacíamos pinitos con el balón. No se puede decir que jugáramos al fútbol ni tampoco a pelota mano, también había frontón.Jamás olvido lo que aprendí de mi Maestro, así, con mayúsculas. Hombre erudito. A don Pedro no le pasó desapercibido algunos de sus alumnos, seríamos dos otros, éramos tartajillas. Mi padecimiento era más complicado: distemia profunda (tartamudez aguda), casi no podía pronunciar palabra. Aquella persona, sabio cuanto cabe, nos ponía aparte. En el frontón, Quijote en mano, nos hacía leer en voz alta hasta que resonaran las paredes. Corregía con paciencia infinita: "Mal... repite, pero antes de empezar a hablar coge abundante aire...". Vale. "... En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no puedo acordarme...". La dedicación, el interés, especialmente conmigo, fue encomiable. No nos convirtió en grandes oradores como Demóstenes o Churchill (también tartajas). Nos enseñó a hablar derecho, con firmeza, sin vacilar. Que no es poco. Y algo importantísimo, grabó en nuestras mentes valores hoy casi olvidados, no reírnos de los defectos de los demás, eso -decía- lo hacen los malvados.Hori da ezagutu guztoa. Eskerrik asko Maisu.