La indignación expuesta el día 23 por Raquel Martí en DIARIO DE NOTICIAS, titulada Injusticia con la población palestina, es compartida por todos quienes conocemos, aunque no participemos activamente, pero sí seguimos por redes sociales las masacres del genocidio israelita con el pueblo palestino. Se trata de una nueva maldad, una más. Para quien no haya leído el artículo, de forma resumida, recordaré el motivo de la indignación: mientras más de la mitad de Israel está vacunada, sólo 16.000 palestinos la han recibido y pasan de 5 millones. Claro que no es de extrañar si se conoce, aunque sea por encima, la sucesión de abusos cometidos por los sionistas desde el año de la NAQBA, como decía, ésta es una más. Si por la fuerza se han quedado con todo el territorio palestino, si su objetivo final es desarabizar la antigua Palestina para ser ellos sus únicos habitantes, no nos puede extrañar esta nueva estrategia. Así las cosas, el covid-19 lo están utilizando como otra arma de ataque, y a la vez que alardean del logro de la vacunación a los israelíes, por cierto que el triunfo de Netanyahu en parte se debe a este logro, celebran el abandono del pueblo palestino por ser otra vuelta de tuerca en el sufrimiento de este pueblo. La ley del más fuerte aplicada hasta el extremo más inhumano.La hipocresía de esta gente llega a tal punto que son capaces de justificar sus ataques con las armas más modernas, aviones, misiles, tanques que parecen monstruos de cine de terror, con los cohetes artesanales que reciben de Hamas. No se puede poner en la misma balanza la violencia de exterminio que ejercen los sionistas con la de defensa a la que recurren los palestinos. Pues si no hacen esto qué les queda, quedarse mirando cómo cada día van quedando menos y menos hasta desaparecer. Porque del resto del mundo ya hemos visto la solidaridad demostrada en estos 72 años de ocupación, algunas declaraciones de compromiso en la ONU y el desentendimiento de casi todos.