e cumplen 6 meses desde que el Ayuntamiento de Pamplona se vio obligado a reconocer el estado de abandono de las vías ciclistas de Pamplona, tras dictamen del Defensor del Pueblo recomendando realizar labores de mantenimiento ante queja ciudadana admitida. Debido a ello, el Ayuntamiento anunció una auditoría de las vías ciclistas y una suma importante de dinero para su conservación.

La anunciada auditoría, de la que curiosamente ya se alardeaba en la anterior legislatura, ha acabado detectando una serie de (pocos) puntos negros para el ciclista, además de proponer una serie de actuaciones básicas y superficiales de repintado, repavimentado incompleto, señalización y sustitución de elementos segregadores. Sorprende que dicho trabajo no incluya un informe detallado de qué vías ciclistas deben conservarse con su debido mantenimiento, cuáles deben modificarse (más aún en un contexto de mantenimiento y fiscalización) para hacerlas más estandarizadas, seguras y utilizables y cuáles deben definitivamente eliminarse por ser insalvables e inviables.

Por el contrario, esta auditoría sigue apostando por gastar (o más bien malgastar) el dinero de todos en mantener las mismas vías ciclistas no utilizables con seguridad, sin entrar a analizar sus diseños, dimensiones o pavimentación. Simplemente, se les da un lavado de cara. Ahí seguirán estando esos carriles bici de dimensiones insuficientes y/o con diseño peligroso, invadidos por las puertas de los vehículos estacionados paralelos a ellos (calles Gayarre, Abejeras, Bernardino Tirapu, ronda Azpilagaña); aceras bici que eliminan de facto la acera para los peatones (avenida Navarra), aceras ciclables pintadas sobre paseos peatonales (avenida Barañáin, avenida Navarra o paseo Sandúa); pistas bici pavimentadas con cemento pulido resbaladizo como la de Vuelta del Castillo. Tampoco se anuncia intervención alguna relacionada con la falta de señalización vertical de los pasos ciclistas de la ciudad (y de las vías ciclistas en general), más allá de pintar dichos pasos de rojo. Siendo el lugar donde las estadísticas que ofrece Policía Municipal indican que se producen la mayoría de los accidentes entre ciclistas y vehículos a motor, era lo menos que se podría esperar de una auditoría en condiciones.

Lo que no sorprende es el poco rigor de esta auditoría, pues viene de la mano de los mismos técnicos que en su momento dieron el visto bueno a toda la serie de caras chapuzas (han costado millones de euros) anteriormente citadas que han tenido que padecer los sufridos ciclistas de la cuenca de Pamplona durante años: curvas en ángulo recto, carriles bici en los que no se pueden cruzar sin chocar dos bicicletas, aceras pintadas permitidas para ciclistas de dimensiones mínimas (cuesta Labrit o Beloso), pasos ciclistas sin señalizar, pavimentos deslizantes o trazados imposibles, entre otras lindezas. Es evidente que el diseño de vías ciclistas le viene grande a los técnicos municipales pamploneses, quedando desacreditados para hacer cualquier auditoría de las mismas.

Con este panorama preocupa pensar en qué se va a (volver) gastar (o más bien despilfarrar) el dinero de todos, invertido en infraestructuras no ciclables, que no solucionan las necesidades y demandas de un conjunto cada vez mayor de ciclistas urbanos, ni mucho menos solucionan los problemas de convivencia que actuaciones como aceras bici pintadas, que el propio Ayuntamiento reconoció recientemente como craso error, se han generado en espacios a costa del peatón y no a costa del coche, como sí se hace en el resto del país y de Europa.

Por todo esto, resulta indispensable que este Ayuntamiento y su Área de Movilidad, dirigida por Fermín Alonso, recupere la senda de la participación de los colectivos ciclistas y de los expertos independientes locales, con los que ya contó en el pasado, como ayuda necesaria para acometer una mucho más ambiciosa remodelación de la ciudad hacia estándares como los que marcan ciudades de referencia como Vitoria, San Sebastián, Zaragoza o Sevilla. Han demostrado que solos no son capaces, malgastando dinero en actuaciones como las recientes de Ejército-Bayona, carril bici bidireccional obsoleto y descatalogado en Europa, y comenzando a malgastarlo con la aquí analizada auditoría realizada por los que han sido durante años el lobo de las ovejas ciclistas.

*El autor es policía municipal especializado en movilidad ciclista