Nuestro bienestar económico se asienta sobre el sudor y las lágrimas de los pobres. Los inmigrantes tienen que hacer travesías peligrosas poniendo en peligro sus vidas en los países de tránsito. Tienen que dejar a sus familias, cultura y la dura realidad de los países que les reciben. Su miseria es nuestra riqueza.La costa andaluza es famosa por sus playas y turistas, pero se esconde detrás de ello una dura realidad que son los invernaderos de fruta y verdura. Los trabajadores del campo trabajan en unas condiciones infrahumanas, con unos sueldos miserables y a veces sin Seguridad Social cuando no tienen papeles, trabajando más de las horas establecidas.Normalmente son africanos. Viven en chabolas hechas de cartones y plásticos, sin acceso a servicios sanitarios ni al agua potable. Organizaciones benéficas que han intentado interactuar con estos trabajadores en situacíón irregular durante la campaña de este año han denunciado abusos que responden a la definición oficial de esclavitud acuñada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Algunos trabajadores se han visto privados de sus salarios a causa de las quejas formuladas en contra de las condiciones que se han deteriorado más. A veces, cuando no encuentran trabajo y la comida escasea es Cruz Roja la que se encarga de llevarles alimento. Viven como animales carroñeros. No hay trabajo, ni comida, ni dinero.Estos inmigrantes tienen que pagar 600 euros al mes por un camión cisterna de agua colocado en algún cortijo que no tiene agua. El Gobierno y la sociedad no nos concienciamos de este grave problema que es de todos.