l pasado viernes 21 de mayo se llevó a cabo en la sala Ciudadela de Baluarte el acto de homenaje a futbolistas, directivos y empleados vinculados al Club Atlético Osasuna represaliados a raíz del golpe militar de 1936. Entre ellos Natalio. Un acto significativo en donde por primera vez el club, al cual Natalio contribuyó en su desarrollo en sus primeras décadas de existencia dándole un lugar importante en su vida, reconoció su legado y se abrió a darle un lugar en su historia.

En la ceremonia, distintas autoridades se disculparon con nosotros, familiares de represaliados, por el silencio que han guardado por décadas, la falta de esfuerzo e intenciones de búsqueda de verdad y no haber estado del lado de las familias. Del mismo modo, enérgica y transversalmente se iban comprometiendo con contribuir a reconocer el lugar de los represaliados y amparar a las familias.

Finaliza la ceremonia con muchísima emoción de ver tal acto de reconocimiento al tío Natalio que por muchas décadas había estado presente en la transmisión oral de la historia familiar y en los intentos de búsqueda que individualmente hemos ido realizando en la familia para comprender más qué pasó con él.

A los minutos que van siguiendo al término del acto empiezan a resonar con fuerza en mi mente preguntas como ¿y ahora qué? ¿Osasuna realizará algo más por la memoria del tío Natalio? ¿Fue este acto una obligación, un tan solo quedar bien, o existe realmente un genuino interés de recuperar su legado, reparar una herida y rencontrarse con su historia?

Con estas preguntas en mente me fui caminando por las calles de Pamplona, sintiendo un deber enorme con el tío Natalio y mi familia. Esta declaración de buenas intenciones debía de ser una puerta de entrada para, por fin, darle un lugar en la memoria. Es así como llego al paseo Sarasate y veo en dirección opuesta lejanamente acercarse al presidente de Osasuna, Luis Sabalza, el vicepresidente Miguel Cuesta y el directivo César Muniáin, que hacía un rato había tenido la oportunidad de verlos en el podio de la ceremonia y a algunos metros para una foto oficial. Sin pensarlo decido acercarme a ellos. Comienzo por presentarme y agradecerles haber participado en este evento. Le cuento que como familiar del tío Natalio esta ceremonia significaba muchísimo y estamos encantados que finalmente el club quiera reencontrarse con sus raíces, reconocer la figura de sus trabajadores represaliados, y con ello abrirse a un proceso de reparación, justicia y dignidad. Le comento que de hoy en adelante nuestra familia, distribuida principalmente en Chile, apoyará e hinchará férreamente por el club. Personalmente me puse a disposición para poder colaborar de forma voluntaria con el club para poder compartir con la institución, sus equipos y divisiones inferiores para poder contar la historia de Natalio, colaborar a que este proceso enriquezca a todas y todos que son parte del club. Asimismo, le señalé que estaríamos encantados de poder recibir la camiseta, poder pisar un día El Sadar, ubicar una placa conmemorativa en nombre de Natalio en el estadio, y que contaran conmigo para contribuir, así como lo hizo el tío Natalio hace décadas atrás, al desarrollo de la institución y su función social en Pamplona-Iruña.

Lo anterior lo tuve que ir diciendo caminando para atrás al tiempo que los directivos seguían su ruta, y el único comentario que recibí fue de Muniáin, reiterando que ellos ya tenían mi contacto y que me contactarían en las próximas semanas.

Una vez finalizada la conversación decido seguir por paseo Sarasate para tomar un refresco en una cafetería en la plaza del Vínculo. Ahí casualmente me encuentro con Jonathan Calleri, quien de forma muy amistosa accede a conversar conmigo. Con mucha atención escucha mi relato de la ceremonia y se muestra impresionado, humano y abierto a descubrir un pedazo de la historia del club al cual representa, y, sin dudar, decide tomarse una foto conmigo pese a que en ese mismo momento se encontraba negociando su futuro en el club.

Tras esta jornada de múltiples emociones sigo a la expectativa de la llamada del club, pero con la confianza que el tío Natalio seguirá vivo en nuestra memoria familiar esperando volver a su lugar en el Osasuna.