e troncho cuando oigo a los deportistas de élite quejarse porque han tenido la visita de lo que ellos llaman vampiros, cuya función es comprobar la no ingesta de sustancias prohibidas, entre ellas las sustancias que toman nuestros jóvenes como la cocaína y otros estimulantes. El consumo de sustancias estupefacientes y alcohol está ya admitido como una parte de nuestra cultura, solo hace falta salir a la calle y preguntar a cualquiera

Pero el consumo no se circunscribe solo a jóvenes. En los controles que realiza la policía de forma esporádica el porcentaje de conductores que utilizan o han utilizado drogas o alcohol en las últimas horas es, según confesiones de los propios agentes, impresionante y abarca todas las edades y sexos.

Algún político ha propuesto hacer prueba de alcoholemia y drogas a la entrada del Congreso. A la vista de la conducta que demuestran últimamente no me extrañaría que fueran un poco cargadillos, aunque también justificaría el bajón las siestas que echan sus señorías de cuando en vez.

Por mi parte, y creo que con muchos apoyos, propondría que los controles de drogas y alcohol se extendieran a otras actividades que tienen relación directa con la seguridad, la justicia o la educación entre otras.

Y qué hablar del trabajo por cuenta propia o ajena. Del mismo modo que las empresas están realizando ahora test para control del covid-19 se debería, con el beneplácito de las autoridades laborales y sanitarias, controlar el consumo en centros de trabajo. Al empresario le prohíben realizar controles que se realizarían por las mutuas, pero tienen obligación de revisión médica anual donde no se permite esta detección de sustancias.

Tampoco se establece entre los cuerpos de seguridad, policías, guardias civiles, ni en los sanitarios, médicos, ayudantes, técnicos, abogados, jueces y un sinfín de actividades que, desde luego, son mucho más trascendentales para el ciudadano que el señor que corre 100 metros o realiza un salto de pértiga.

En cuanto al alcohol, el Estado es el máximo beneficiario de su uso y abuso por el cobro de impuestos especiales, por lo que no se espera que vaya a mover un dedo para evitar el alcoholismo, pero el consumo de drogas ilegales supone, según expertos en la materia, un 1,5% del Producto Interior Bruto, que en euros podría suponer un mínimo de diecinueve mil millones de euros, importe interesante para mejorar la vida de los españoles por doble razón: evitar la destrucción de la persona por consumo de sustancias y activar la economía productiva.

No es justificación la costumbre, más bien es la coartada.