No soy supersticioso pero hay algo que parece burlar a la ciencia. Se da en el fútbol más veces que lo que las estadísticas pueden soportar: un equipo está a punto de meter un gol y en la continuación de esa jugada se produce la ironía de que ese gol entra en la portería contraria. Así mismo, cuando un equipo prescinde de un jugador, éste va a otro club y se enfrentan después en un partido, existen más probabilidades que las que las matemáticas decretan para que el jugador protagonista haga al menos un gol en la puerta de su equipo anterior como si estuviese guiado por un rencor que no tiene. Tanto se ha exhibido ese miedo a la venganza sin ánimo de revancha que los clubs deportivos se han inventado una cláusula para que el jugador señalado no pueda jugar. Los futbolistas son coleccionistas de supersticiones. Tienen botas aligeradas con hechizos, espinilleras con mensajes escritos en el interior con mantras que solo a ellos les obedecen, tatuajes metidos bajo la piel cuyo modo de magia a nadie explican, rituales simples y complicados que utilizan antes de saltar al campo para que les sea concedido el gol, celebraciones preparadas para los goles que desechan cuando ya no funcionan... Todo indica que gastan más tiempo en agradar a sus musas que en confiar en sus habilidades, en aflorar la creatividad de la casualidad que en resguardase en el rigor de la táctica, aunque disimulen lo contrario. Este pasado domingo, en el minuto 79, una falta de Kike García se vuelve en su contra en forma de lesión y es sustituido por Chimy Ávila cuando más apretaba el Villarreal. En el minuto 86 las musas le regalan al Chimy un error de Mandi y un año y nueve meses más tarde de caer lesionado mete su primer gol en liga prácticamente en el primer balón que toca. En el minuto 92 Gerard Moreno le obliga a Sergio Herrera a estirarse más de lo que puede alcanzar y a falta de 15 segundos del final del partido Pedraza lanza un tiro que Herrera casi no ve y desvía con el talento extrasensorial de los ciegos, pega en el palo y detiene el balón para siempre en su segunda oportunidad. En otros tiempos y en esos minutos de descuento, eso siempre, siempre, se ponía en contra. “Déjame mandarles un saludo a mis hermanas y a mi madre, que hoy es el día de la Madre allí”, dijo Chimy en la entrevista final. Yo me preguntaba cuál de todos los tatuajes que lleva en el mapa de su cuerpo era la ofrenda a las musas y me di cuenta de que en Argentina las musas deben ser las madres y las hermanas, como aquí Los Reyes Magos son los padres.