eo los escalones sueltos en San Nicolás y los tropiezos y caídas que provocan en los viandantes. Miren, tenemos unas ciudades llenas de trampas, esto es, espacios y pavimentos confusos y engañosos que provocan numerosísimos accidentes y los ciudadanos caemos en ellas como no puede ser de otra manera.

Sin darnos cuenta podemos hacernos un estropicio tremendo en la salud.

En este escrito me voy a referir a los nuevos pasos de peatones que se están construyendo por toda la ciudad y que me toca contemplarlos con pena, pues podrían haberse hecho con un diseño más meditado y análisis de cada punto, además de ajustados a la legalidad vigente que se impone en la Orden VIV 561/2010.

Los ciudadanos nos movemos por la ciudad siguiendo longitudinalmente unos itinerarios peatonales que se ajustan a las características físicas de cada punto. Pues bien, cuando se hace de nuevo un paso peatonal, se retocan esos itinerarios y, sin embargo, el diseño de los pasos se hace idéntico a como estaban con anterioridad sin tener en cuenta que esos recorridos han sido modificados. Tengamos en cuenta que todos los días y todos los ciudadanos los utilizamos.

Los pasos peatonales en una acera recta se diseñan mediante tres planos inclinados con unas pendientes del 10 % y sin obstáculos laterales tipo farolas, señal de tráfico, arbolados u otros.

Si tenemos estos obstáculos laterales los itinerarios se modifican y la normativa exige la conexión de la acera con la calzada mediante un solo plano recto. Puesto que no recibimos recorridos por esos lados laterales la solución de un solo plano es la mejor por sencilla y segura y, por otra parte, legal.

Cuando entramos en una mediana en calles de dos direcciones rodadas, diseñaremos el paso con un solo plano y los bordes laterales del mismo verticales. ¿Para qué sirven esas ridículas rampas laterales, a dónde nos dirigen, hacia la hierba, hacia los árboles ? La solución más lógica es la de siempre: sencilla y elemental en un solo plano.

Pero ya el absurdo mayor lo vemos cuando contemplamos esos pasos avanzados hacia la calzada que se construyen repitiendo miméticamente el diseño de tres rampas correspondientes a aceras de trazado recto. Pues bien, si los nuevos itinerarios peatonales se han modificado en un trazado ortogonal a la calzada, ¿para qué sirven esas dos rampas laterales que nos dirigen hacia lugares absurdos y peligrosos? Les diré que sirven únicamente para que alguien tropiece y se caiga o se mate, y no les cuento si se encuentran en un estado de lluvia, hojas mojadas, hielo u oscuridad.

He podido desarrollar un pequeño dossier donde expongo en detalle lo explicado y lo he enviado a un montón de correos electrónicos de muchísimas autoridades y técnicos afectados para conseguir una gran divulgación de esta idea. ¿Saben cuántos me han respondido? Nadie. Yo solo busco que alguien me contradiga si no tengo razón para corregir y poder tomar las mejores soluciones. Pero ni eso.

Supongo que el destino de una persona es hacerse mayor y ser olvidado y a la vejez convertirse en un viejo cascarrabias o, como mucho, en un viejete pasado, quejica y gruñón. Así llego a experimentar que ya no me hace caso ni el tato.

El autor es exarquitecto