La crisis de Crimea habría significado el retorno de la doctrina Brézhnev (también llamada doctrina de la soberanía limitada), que instauró que "Rusia tiene derecho a intervenir incluso militarmente en asuntos internos de los países de su área de influencia", instaurando una red de anillos orbitales que gravitarán sobré la égida rusa, regidas por autócratas que sólo obedecen ciegamente los dictados de su amo Putin, y entre los que descollarían el líder checheno, Ramzán Kadyrov y el bielorruso, Lukashenko. Así, conjugando hábilmente la ayuda a minorías étnicas rusas oprimidas (Crimea, Ossetia, Akjasia), el chantaje energético (Ucrania y Moldavia), la amenaza nuclear disuasoria, la intervención militar quirúrgica (Chechenia y Kazajistán), la desestabilización de gobiernos vecinos non gratos (Georgia) y el ahogamiento de la oposición política interna, intentará situar bajo su órbita a la mayoría de los países desgajados de la extinta URSS y gestar la Nueva Gran Rusia en el horizonte del 2025, fruto del atavismo de Pedro el Grande.Respecto a Ucrania, Putin intenta conseguir que Ucrania no entre en la OTAN y que el contencioso ucraniano quede perfilado con la división de Ucrania en dos mitades casi simétricas y separadas por la línea de contacto Donbass, quedando el Sur y Este del país (incluida Crimea y el mar de Azov) bajo la órbita rusa mientras el Centro y Oeste de la actual Ucrania navegarán tras la estela de la Unión Europea. Para lograrlo, Putin aprovechará la ocasión para, mediante un audaz movimiento de sus torres en la partida de ajedrez geopolítica que se estaría desarrollando en territorio ucraniano, reeditar la guerra del gas ruso-ucraniano del 2006 con el objetivo inequívoco de doblegar al sector europeísta ucraniano mediante la asfixia económica y la inanición energética, al tiempo que utilizará el arma del chantaje energético a la Unión Europea para resquebrajar la unidad comunitaria, en la certeza de que tanto Alemania como Francia no dudarán en sacrificar a Ucrania en aras de asegurar su abastecimiento energético.Así, la coalición de intereses ruso-alemanes ideó el proyecto Nord Stream que conecta Rusia con Alemania por el mar Báltico, con una capacidad máxima de transporte de 55.000 millones de metros cúbicos (bcm) de gas al año y con una vigencia de 50 años, ruta vital para Alemania y los países nórdicos, por lo que fue declarado de "interés europeo" por el Parlamento Europeo y crucial para la geoestrategia energética rusa. De lograrlo, Putin conseguirá el doble objetivo geoestratégico de asegurar un flujo ininterrumpido de gas hacia Europa por dos vías alternativas, convirtiendo de paso a Polonia y Ucrania en islas energéticas y a la llamada línea Donbass en el nuevo Muro de Berlín de la Guerra Fría 2.0

*El autor es analista