Un padre tenía tres hijos. El mayor de los tres aprendió todo de su padre, llegando a ser un orgullo para su familia porque se le reconoció como hijo allá donde estuvo. Los otros dos, de forma similar, no aprendieron de su padre tanto como el mayor, y no se les reconoció como hijos o miembros de la familia. El padre quiso ser equitativo para que todos sean reconocidos como hijos y buenos profesionales allá donde fuesen. El mayor ya por su situación no recibió tanto como sus otros hermanos, al contrario, ellos pudieron disfrutar de la equidad de su padre. Si este bonito cuento lo llevamos a la cultura navarra, y en concreto al euskera, si cambiamos los personajes del cuento, poniendo Gobierno y políticos donde pone padre, navarro bilingüe, en vez de hijo mayor, y en vez de los pequeños navarros monolingües, se denota que el euskera sólo lo pueden aprender unos y no todos. Si no se le da un valor lo suficientemente importante, no tendrá mejor fin que el latín. A muchos nos gustaría tener la suerte del hijo mayor, y por eso pido a todos aquellos que tienen los medios necesarios, hagan valer la cultura navarra para que nadie se quede como los hermanos pequeños del cuento.