“Así que la intención de este libro es muy sencilla. Pretende mostrar tres verdades por una parte, que las lenguas son quizá lo que nuestras culturas tienen más vivo; por otra parte, que son mortales y mueren en cantidades impresionantes si no se lucha por conservarlos; y finalmente, que su muerte no es un aniquilamiento definitivo, y que algunas renacen si se las sabe promover. Defender nuestras lenguas y su diversidad, sobre todo contra la dominación de una sola, es más que defender nuestras culturas. Es defender nuestra vida”.Del prólogo del libro No a la muerte de las lenguas, del lingüista francés Claude Hagège, galardonado con la medalla de oro del CNRS y profesor del Collège de France.Groso modo coincido con lo indicado por el autor, excepto lo de que la muerte no es un aniquilamiento definitivo. En algún caso se ha dado lo de renacer. En los demás no.Estas líneas me dan un asidero para denunciar el desprecio y la persecución que está sufriendo el euskara en Navarra. Y la gravísima situación a la que hemos llegado.Mejor dicho, en Navarra la persecución no la sufre el euskara, sino los euskaldunes y gente que aunque no sepa euskara lo siente como suya.Jamás habría pensado que íbamos a caer a donde hemos caído. Después del ímprobo esfuerzo realizado en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado por los militantes de la lengua y gente de la calle, la constante desacreditación del idioma, el arrinconamiento a que nos han condenado y la persecución más inclemente e in crescendo que hemos sufrido y estamos sufriendo en Navarra por parte de las autoridades, nos ha encajonado en la vía que nos llevará sin duda a la muerte definitiva del euskara y su cultura. Y en muy pocos años.No hay más alternativa que el trabajo, la lucha en todos los frentes, sin olvidar la calle. Repito, sin olvidar la calle. Hora es de reforzar el trabajo y hora es de que todos los jubilados vuelvan a la lucha.Defendamos nuestra vida, como dice el autor del libro.