o por conocido resulta menos patético. El esperpento vivido en relación con la votación de la “reforma laboral”, ha puesto en evidencia lo peor de la política, lo que más puede desalentar a los ciudadanos. Los protagonistas son viejos conocidos. Las maneras, también. Y es que cuando la mediocridad se apropia de la política, ésta puede convertirse en un sainete que, si no fuese por lo serio del tema, daría hasta risa.

Ni la ideología, ni los principios más elementales, ni la ética priman cuando se trata de “ganar”. ¿Pero ganar qué y a quién? Resulta que una reprobación planteada por afirmar una falsedad que incide en la xenofobia, con todo su alcance y gravedad humana y social, queda arrumbada a cambio de un voto en algo que no tiene nada que ver, negociado secretamente. Pero como ese voto se cambia a última hora, en “castigo” por ello, se retoma la reprobación. Si no se hubiese cambiado el voto en el Congreso por los diputados de UPN, la acusación de xenofobia habría pasado a ser tolerada. Muy “edificante” en un grupo político que quiere hacer creer que le importan unos principios que rechazan la xenofobia. Y lo mismo cabe decir de unas modificaciones presupuestarias que la víspera se dice que no se comparten. Pero se aprueban porque la noticia del cambio de voto no ha llegado a tiempo.

Si con semejante bochornoso y ridículo comportamiento los protagonistas no se van a casa y se limitan a “enfadarse”, es que se está en la política con unos objetivos que nada tienen que ver con la defensa de unos principios y una ética. Como mucho, serán como los de los hermanos Marx que, si no gustaban, tenían “otros”.

Lo de UPN tiene también su tradición: negociaciones “secretas” que, en este caso, al final, solo trataban de salvar la imagen bastante baqueteada de un alcalde en continuos tropezones vestida de un “por España y por Navarra” que ya se ve que no tiene mucha enjundia en su militancia. Era conocida su capacidad de doblegar al PSOE para asegurarse gobernar cómodamente, pero ahora solo ha logrado hacer un ridículo público y publicado que ni siquiera le sirve para apuntarse un tanto ante alguien: ha quedado fatal con todos, los de la derecha y los de la izquierda. Porque lo que pase en su casa se irá viendo, como en los seriales. Nada hay más lamentable en política que la carencia de principios. Permite traicionar los compromisos con la sociedad y es la principal corrupción. Que luego puede avanzar en todas direcciones, hasta a la del dinero que también se ha conocido.

No sé que intentarán unos y otros para tratar de tapar semejante espectáculo, pero han quedado en evidencia de lo que son capaces de hacer para salirse con la suya. No son de fiar.

Y encima, pierden.