Sábado 23 de abril, 9 de la noche. Poco antes de saltar el Fito al vecino Arena se disputa en el campo de la UPNA el partido de la liga de ascenso cadete entre Asdefor y Cirbonero de Cintruénigo. El resultado es de 3 a 4 para los visitantes, y a falta de pocos minutos los ánimos están caldeados: "árbitro penalti, eso es fuera de juego, están perdiendo tiempo, pita ya, alarga (¿o al Arga?)". Vamos, lo habitual, aunque no debería, en casi todos los partidos, en fin, sin emoción no hay fútbol... En esto que un jugador visitantante cae al suelo, y mientras lo atienden casi nadie se percata de que a otro se le han subido los gemelos y está también tirado en el césped. Con toda naturalidad acude un futbolista rival y le ayuda, luego otro, y dos más, sin agobiarse por el resultado ni el tiempo que se les acaba y priorizando el que un desconocido, hoy su contrincante, esté bien, como debería ser, como casi nunca es. Fair Play. Juego limpio. A veces lo más trascendente no es el resultado, una buena lección sin palabras.