En el mercado laboral español se da la suma de las nuevas formas de precariedad, que se producen sobre todo en las plataformas digitales, con los sectores que tradicionalmente han sufrido unas condiciones desreguladas.

Recientemente el Congreso de los Diputados ha ratificado el convenio 189 de la OIT para que las empleadas de hogar tengan los mismos derechos que cualquier trabajadora. No hacerlo hubiera consolidado una anomalía laboral y social evidente.

En Navarra trabajan como empleadas de hogar 6.820 personas, 9 de cada 10 son mujeres y el 39% son de origen extranjero. Este sector concentra, sin ninguna duda, todas las características de un empleo precario: jornadas parciales ficticias, desregulación, empleo mal remunerado, tareas mal definidas, inexistencia de una política en salud laboral y, finalmente, menos derechos laborales (en el cobro del paro por ejemplo) que el resto de trabajadoras y trabajadores.

La lucha que han llevado las empleadas de hogar desde aquellas primeras protestas sindicales durante la transición, hasta el papel jugado por las diferentes asociaciones y plataformas, han tenido siempre una orientación: la dignificación de un trabajo como el de las empleadas de hogar, que ha estado socialmente invisibilizado y legislativamente maltratado.

Hay que llevar a la legislación todos las derechos que necesitan las empleadas de hogar, sin dejar ni uno solo fuera

En ámbitos laborales con poca regulación el efecto de los cambios en las normas suelen ser inmediatos y destacables, así es también en este sector.

En el año 2011 CCOO, entre otros, firmó un acuerdo con el Gobierno de España por el que se iniciaba el proceso de integración del antiguo Régimen Especial de Empleadas de Hogar en el Régimen General con el objetivo de equiparar los derechos de estas trabajadoras. Este acuerdo supuso la puesta en marcha de un primer bloque de derechos (derechos a cotizar desde la primera hora, acceso a la prestación de incapacidad temporal por enfermedad común y derecho a cotizar por la totalidad de los salarios percibidos), en el primer año de vigencia de ese acuerdo emergió un tercio de empleo sumergido del sector. En Navarra, con el inicio del proceso de integración en el Régimen General que se hizo en 2012, afloraron 2.321 empleos más.

Aquel acuerdo fue histórico y una primera meta en el avance de derechos. Por eso la ratificación del convenio 189 tiene que culminar el proceso de igualación de derechos, especialmente en lo que se refiere al cobro del desempleo o el subsidio para mayores de 52 años.

Hay que llevar a la legislación todos los derechos que necesitan las empleadas de hogar, sin dejar ni uno solo fuera de la norma. Por ello es importante la total integración en el Régimen General de la Seguridad Social tal y como exigió a España una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

Hay batallas, como ésta, que también son culturales. Porque ayudan a visibilizar trabajos que estaban ocultos para la legislación y el prestigio social, porque nos coloca como sociedad frente a un sector precarizado que ha sufrido durante cuarenta años de democracia una desigualdad sonrojante, y porque los avances afectan a aquellas mujeres que han trabajado bajo toneladas de prejuicios.

El sector de empleadas de hogar concentra, sin ninguna duda, todas las características de un empleo precario.

Por eso ahora toca ganar el pulso definitivamente, necesitamos crear un marco de negociación en el ámbito del diálogo social que dote al sector de unas normas básicas en sus relaciones laborales con los empleadores y regule sus condiciones. En este mismo sentido es necesario elaborar un catálogo de tareas, atender a la salud laboral de este grupo de trabajadoras, asignar equipos de prevención adecuados y reforzar los sistemas de inspección para que aflore el enorme trabajo desregulado que existe.

Los autores son: presidenta de la Asociación de Empleados y Empleadas del Hogar de Navarra, y secretario de Políticas Sociales de CCOO Navarra, respectivamente