Lo que ha ocurrido en la frontera de Melilla no tiene nombre. Miles de personas que huyen del horror del hambre, de la guerra, de la tortura, que son devueltas sin la posibilidad de ser escuchadas y de pedir asilo, algo que además está prohibido por el derecho internacional. ¡No lo podemos consentir!. Hace poco fue el el Día Mundial de las Personas Refugiadas, y hay una doble vara de medir. Me alegro de la acogida a las personas que huyen del conflicto en Ucrania y queremos que siga siendo así, pero pone más de manifiesto, si cabe, el contraste con el trato recibido y demuestra que las cosas se pueden hacer bien si hay voluntad política para ello. Toda persona que huye de un conflicto tenga derecho a una acogida digna. Las autoridades españolas y marroquíes tienen que investigar de forma rápida y exhaustiva las graves violaciones a los derechos, no se les puede enterrar en una fosa común, sin que reciba cada persona una despedida digna de sus familiares y amigos, ya no se trata así ni a los animales. Si hay ese problema en la valla es porque en el reino de Marruecos hay hambre, pobreza, que hace que la gente quiera huir de su país. Marruecos es una dictadura, el Gobierno español no puede llegar a pactos con un país no democrático