Otra vez Jaén. Parece que una triste maldición se cierne sobre esta entrañable provincia, cuna de don Miguel Lucas de Iranzo, el famoso condestable que junto a su esposa, doña Teresa Torres, recibió y agasajó en Jaén el 22 de noviembre de 1460 a los primeros gitanos que llegaron a Andalucía. Desde entonces, hasta los terribles acontecimientos sucedidos, Andalucía es la tierra madre que ha dado cobijo y pan a quienes durante generaciones han contribuido de forma indeleble a consolidar la cultura del pueblo andaluz. Lo decimos y lo recordamos para manifestar nuestro dolor y nuestra indignación por el sangriento acontecimiento ocurrido en Peal de Becerro, una pequeña población de unos 6.000 habitantes situada en el centro de la comarca de la Sierra de Cazorla. Condenamos con toda firmeza el asesinato cometido. Primero nuestra solidaridad y sentimiento de pésame por la muerte de Álvaro Soto Reyes. Una muerte injusta, violenta, que ha segado la vida de un joven de 29 años mientras trabajaba en un pub de la localidad. Los autores, si es que han sido varios, deben pagar por el crimen cometido una vez que los tribunales hayan dictado sentencia. Por eso decimos "Hágase Justicia". La repulsa de la ciudadanía de Peal de Becerro, a la que se han unido otros ciudadanos de diferentes lugares de la provincia, es justa y razonable. La vida de un ser humano no tiene precio. Y quien atente contra ella debe recibir el máximo castigo que señalan las leyes. Igual que condenamos las agresiones sufridas por los gitanos y las gitanas que son vecinos de Peal de Becerro. El racismo es la fuente donde se alimenta el odio. Y en Peal de Becerro el odio ciego ha empujado a los violentos a cometer actos delictivos contra los bienes de las personas gitanas inocentes y ajenas al crimen cometido cuyos autores ya están en la cárcel. Los vecinos de Peal de Becerro, envalentonados, dicen que "no tienen miedo" y por eso vuelcan nuestros coches y meten fuego a las viviendas de familias gitanas inocentes. Sabemos que a nadie le gusta ser acusado de racista. Hitler era un racista; los alemanes nazis que le apoyaban, eran racistas; los desalmados que sacaban a los judíos y a los gitanos de sus casas para llevarlos a los campos de exterminio, eran racistas. Y los ciudadanos de Peal de Becerro que han gritado con odio contra los vecinos gitanos de su pueblo y han cogido la antorcha para meterles fuego a ellos y a sus casas, son racistas que degradan la común condición de seres humanos. Por eso, a nosotros, los gitanos y las gitanas que trabajamos por la paz, por el entendimiento y la solidaridad entre todos los andaluces, viendo las imágenes de violencia tomadas en Peal de Becerro, "nosotros sí tenemos miedo".

*Abogado y periodista