Con frecuencia se usan los términos "autismo" o "autista" no solo asociados a connotaciones negativas, sino también con el ánimo de descalificar e incluso insultar. Periodistas, políticos, escritores describen así a personas e instituciones que no escuchan, que son insensibles a las demandas ciudadanas o que muestran incapacidad en su trabajo. El último ejemplo ha sido a cargo Feijóo, quien definía "autista" al Gobierno de Sánchez como sinónimo de "incompetentes que cometen error tras error". Imagine cómo se me parte el alma viendo cómo mi hijo y todas las personas autistas tienen que soportar que así se piense sobre ellos. Y es que tristemente ello está amparado por la definición de "autista" que recoge el diccionario de la Real Academia: Definición de autista en su acepción 3. Adj. Dicho de una persona: encerrada en su mundo, conscientemente alejada de la realidad. Un daño innecesario que convierte en "políticamente correcto" un uso que atenta contra la dignidad del colectivo autista y que además parte de una traslación falsa, pues autismo es esfuerzo, es tesón, es sensibilidad, es constancia, es honestidad, es superación, es minuciosidad, es ¡logros! El autismo abarca personas con más o menos necesidades de apoyos. Pero ninguna de ellas está aislada en otro mundo y sus esfuerzos por comunicarse con o sin lenguaje son merecedores de todo el respeto. Ya va siendo hora de que al autista se le considere con dignidad. Por ello, iniciamos una campaña de recogida de firmas para que la RAE incluya una nota como "uso ofensivo y discriminatorio" en su tercera definición de autista. A raíz de sus casi 70.000 firmas, logramos el apoyo del Senado, que aprobaba el pasado 28 de junio por unanimidad de todos los partidos políticos el que la RAE incluya dicha nota. Para nosotros, autistas y familias, es un logro. Seamos parte del cambio de paradigma y luchemos para erradicar que también nivel coloquial se siga usando "autista" de forma despectiva.