Siempre hemos sabido que para que haya una buena siembra, es necesario preparar el terreno y que haya tempero. La Mancomunidad, el Ayuntamiento, etcétera, cuando montan una campaña de lo que sea, sobre todo si es algo que implica necesariamente la colaboración del vecindario, algo que tiene que hacer sí o sí el personal, dan por sentado que esa labor está hecha y que solo tienen que soltar la semilla, sin reparar en gastos y marcharse. Y claro, pasa lo que pasa: que gran, gran parte de la semilla, como en la parábola del buen sembrador, cae en pedregal.

En esta sociedad tan individualista en la que vivimos, donde nadie trabaja la comunidad: ni Servicios Sociales (en cuya esencia, competencias y metodología entra el Trabajo Social Comunitario y el Desarrollo Comunitario), ni los servicios comunitarios, ni los educativos, ni los sanitarios, ni las asociaciones de vecinos, ni las asociaciones de comerciantes, ni las deportivas, ni las culturales, ni las múltiples entidades que pululan por ahí, se han tomado en serio lo de reforzar una red social, aunque muchos de ellos lo tienen en su ideario. Ahora está de moda hablar de lo comunitario, porque aunque sea tarde y de aquella manera (a regañadientes y sin querer cambiar estructuras, ni arbitrar medios, ni fomentar unos verdaderos cauces de participación) van teniendo que admitir que los problemas que tenemos, que son todos, son estructurales y que se abordan desde la comunidad o no hay nada que hacer. Ponen la palabra comunidad, en todo sin hincarle el diente para nada.

Más cuando se quiere implantar, por decreto ley, un modelo de contenedores de residuos en este caso, que se sabe de antemano va a suponer una molestia a la ciudadanía. El modelo creo que tendrá que ser algo que facilite el cumplimiento de lo que se le exige, que lo haga atractivo, accesible, comprensible para todos y todas, no ponerle obstáculos que desmotiven, que disuadan y que lleven al personal a tirar las basuras por las calles. Llueve sobre mojado.

Este proyecto, como otros muchos, creo que necesita preparar el terreno y esperar el tempero, no solo para que fructifiquen estas semillas, sino para hacer más fértiles los barrios, para crear comunidad (que es la tierra) y para sentir que formamos parte de un proyecto común. Estamos perdiendo muchas oportunidades y recursos que podían estar orientados a reforzar la comunidad, no a enfrentarnos. Poquito a poquito si cada proyecto que se quiera implantar en cualquier ámbito, se hace con y desde la comunidad, el panorama puede cambiar mucho.