Perdonamos, pero no olvidamos.

Una reflexión sobre la llamada democracia del denominado régimen del 78 y el terrorismo practicado por el Estado español.

A raíz de los crímenes de Montejurra, el 9 de mayo de 1976, hubo quien desde las filas del Partido Carlista propuso responder con la violencia a la violencia de los poderes del Estado. De forma mayoritaria, en asambleas y reuniones, se siguió apostando, mayoritariamente, por la “ruptura democrática”, aspiración que era también la de otras fuerzas políticas de la izquierda. La no legalización del Partido Carlista le impidió concurrir con sus siglas a la primera convocatoria electoral de la naciente democracia, y nuestra propuesta de un Estado Socialista y Federal no pudo llegar libremente a nuestro pueblo. Se nos discriminó y se nos quiso hacer desaparecer de la vida política utilizando cualquier medio, legal o ilegal.

Ahora que estamos luchando por recuperar la memoria histórica de la lucha contra la dictadura franquista y por la conquista de las libertades democráticas, es necesario que se reconozca públicamente nuestra contribución en esta lucha que llevaron adelante nuestros mayores y no podemos dejar que se olvide o manipule.

Vitoria, Atocha, Montejurra, Germán, Gladys, Arturo, Verdejo, Yolanda. Son episodios de la llamada transición política que no se deben olvidar nunca y son una prueba irrefutable de que esta transición no fue tan modélica como ahora nos quieren hacer creer. La credibilidad democrática del régimen de 1978 está cuestionada. ¿Qué camino vamos a seguir: profundizar la transparencia democrática o un retroceso en las libertades propiciado por la emergente ultra-derecha?

Esta llamada democracia es un fraude construido sobre la sangre de muchos compañeros y compañeras que luchaban por la libertad para todos. 

Por eso pedimos: Verdad, Justicia y Reparación.

*El autor es Secretario general federal del Partido Carlista