Años ochenta. En el antiguo Hospital Virgen del Camino, en una sala de espera atestada, muchas personas esperábamos que nos atendiera el especialista desde hacía un buen rato. Sale la enfermera y dice: “los que vienen de la consulta del doctor M., pasen”. Me levanto y me dice: “Usted no, los de su consulta”. Le dije que era esa. “No, la suya, la de su casa”. Insistí y, de malas maneras me atendieron, no sin antes hacer pasar a unas personas que habían llegado más tarde.

Aquel médico, en horas de consulta en el servicio público, aprovechaba impunemente las instalaciones y el trabajo de la enfermera del hospital, para tratar preferentemente a sus clientes particulares. Como si los enfermos de la Seguridad Social no pagásemos por la atención especializada.

Cuarenta años después, algo ha mejorado la situación, pero algunas conductas vergonzosas siguen manifestándose, incluso colectivamente.

En los últimos años la consejera de sanidad Santos Indurain ha venido teniendo una actuación impecable, discreta y eficaz, con una oposición insidiosa al Gobierno navarro en una situación límite. Pero ahora irrita la irresponsabilidad de su partido, el PSN, cuando toma como interlocutor preferente al Sindicato Médico (SM). Mientras otros sindicatos del sector sanitario demandan mejoras no solo salariales, dirigidas a mejorar las condiciones de trabajo y de atención al paciente, mientras las fuerzas que apoyan al Gobierno de coalición plantean una acción política para la mejora de la sanidad pública, el SM se arroga la representación única de “la clase médica”, considerándose a sí mismos como una élite científica e intelectual exclusiva e inigualable. Solo el papanatismo y el desconocimiento de la formación de otros colectivos profesionales puede llevar a aceptarlo.

Es comprensible que algunos profesionales de la Atención Primaria, ante la preferencia del PSN por otras prioridades, se hayan adherido a la huelga del SM, pero su pretensión de “la eliminación de la exclusividad a todos los facultativos sin pérdida retributiva” nos enfada a la inmensa mayoría. ¿Qué sentido tiene que la misma persona que atiende los pacientes en el régimen común de la Seguridad Social pueda atender a los mismos pacientes, siempre que pague un dinero extra?

Todo mi aplauso y apoyo al personal sanitario, a la mejora de sus salarios y de sus condiciones de trabajo. Todo mi apoyo a la atención presupuestaria a la sanidad, que evite la situación de tensión terrible a la que han estado sometidos sus profesionales.