El horror de la Seguridad Social en Pamplona
Necesito un certificado y debo acudir a la Seguridad Social situada en la oficina de Yanguas y Miranda de Pamplona para solicitarlo.
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El horror proviene del shock producido por el proceso impuesto por los responsables de esta entidad para conseguirlo. No olvidemos que ellos están ahí gracias a nuestro dinero. Nosotros pagamos para que nos sirvan, y no a la inversa.
Por si no lo sabían, si quieren ser recibidos en esta oficina, deben solicitar una cita previa a las 8.00 de la mañana y sumarse a la cola de personas que espera en plena calle, ya nieve, llueva o luzca el sol. Cola que usualmente supera las 50 personas. Si hay suerte, le darán hora para ese mismo día, si no, deberá volver al día siguiente.
Y allí estábamos, en la pura y dura calle a las 8.00 de una heladora mañana de febrero, cuando una señora de edad avanzada empezó a sentirse mal y la gente comenzó a inquietarse buscando un asiento para que descansara. Excuso decirles que allí no había ni sillas, ni bancos, ni nadie para atenderla, ya que el guardia o funcionario no repartía los horarios hasta las 8.30 horas. Cuando después de un buen rato el guarda apareció y le informaron de la situación, su respuesta fue que los ancianos deberían pedir la cita por teléfono, internet, o acudir a una agencia si no querían ponerse enfermos mientras esperaban. Entonces la señora comenzó a llorar diciendo que nadie respondía a los teléfonos, con internet se contradecía y que ella no tenía dinero para recurrir a una agencia.
Me dieron hora para las 12 del mediodía. Hablé con las personas que me atendieron. Muy correctas y profesionales. Les comenté que soy original de Portugalete, una villa situada en la costa vasca, y que siendo un simple pueblo tiene reglas mucho mejores para atender las necesidades de los usuarios de la Seguridad Social. Allí los teléfonos funcionan e incluso puedes concertar una cita entrando en el edificio de la Seguridad Social. Así, hablas con un funcionario, te concierta una cita, haces tu diligencia y todos contentos.
La funcionaria de Pamplona me contestó que andaban escasos de personal y que las órdenes venían de Madrid, así que ellos no podían cambiar nada. Pregunte por el director o encargado de la entidad, pero no estaba disponible. ¿Que raro, verdad? Así que decidí escribir esta carta.
Y el motivo de este escrito es animar a mis conciudadanos pamploneses a movilizarse contra tamañas injusticias. No se puede consentir que se nos maltrate, y menos que se abuse de nuestros ancianos. Tampoco es admisible que Pamplona siga funcionando como una ciudad bananera o subdesarrollada. Para evitarlo todos tenemos que unirnos y denunciar lo que está mal. Es la única forma de progresar.