En el pasado, era habitual que los jóvenes quisieran cambiar el mundo. La rebeldía, junto a los ideales de un mundo mejor, llevó a aquellas nuevas generaciones a intentar materializarlos. Las menos se consiguieron, dejando muchas de ellas en el tintero de los sueños. Hoy, se ha roto la cadena de transmisión con las nuevas generaciones. Están ausentes en el mundo de la política, no se manifiestan demandando mejoras sociales, la tecnología los ha persuadido. Muchos dirigentes del mundo, de elevadas edades, siguen políticas acordes con la cultura que conocieron en el pasado. No hay que discriminar por edad, pero lo cierto, es que la problemática del mundo actual, precisa de savia nueva que solo puede ser aportada por esa juventud ausente de la vida pública. Estos jóvenes, nos pueden llevar a un mundo mejor, acorde con los conocimientos tecnológicos que están adquiriendo.

Nos falta, ese eslabón que vuelva a poner en funcionamiento la vinculación generacional. La velocidad que se está llevando en las nuevas tecnologías, no se está produciendo en los cambios sociales que se precisan para poder ser implantadas a todos los ciudadanos. Solo la rebeldía y los ideales de la juventud, pueden realizarlas, porque tienen la fuerza de la edad. Necesitamos cambiar el mundo. Necesitamos de nuevas políticas, que aporten conocimiento y formación acordes al momento actual. Necesitamos de los sueños, que solo los jóvenes pueden traer. No dejemos que el mundo nos cambie.