Leíamos en estas páginas que crecían las listas de espera sanitarias y que abril cerraba con 58.428 pacientes a la espera de una primera consulta en especialidad, 1.600 más que el mes anterior. Un dato alarmante que ni siquiera refleja la magnitud del problema al no mostrar personas que esperan revisión.

Una situación que va en camino de convertirse, si no lo ha hecho ya, en crónica, y que precisamente está haciendo mella en la salud de quienes tienen una patología crónica o una discapacidad. Es cierto que a nadie le gusta esperar, y mucho menos en la atención sanitaria, y que este retraso afecta sin distinciones a toda la ciudadanía, pero también es cierto que afecta más a quienes tenemos una salud más precaria. Porque cuando tienes una enfermedad crónica o que evoluciona rápidamente esperar no es una opción. Y la espera nos está quitando la vida… literal.

Detrás de las cifras hay personas, en nuestro caso personas que añaden a la pesada mochila de convivir con una enfermedad o una discapacidad el peso de no saber cuándo van a ser atendidas y la certeza de saber que cada día cuenta. Unas personas que, como decíamos recientemente en el Parlamento de Navarra y en la campaña #ESPEROYDESESPERO, viven desesperadas. Porque para quien espera una revisión o una cita mientras ve cómo su salud mengua… la espera desespera. Y mucho.

Cuando tu vida depende, en muchos casos, de una prueba o una revisión, no se trata sólo de esperar, es esperar sin fuerzas mientras tu cabeza se llena de pensamientos, de angustia, incertidumbre y de miedo. Y varios meses de retraso son muchos meses, en este tiempo pueden ocurrir muchas cosas. Y la cita puede llegar tarde.

Todo esto está creando pacientes de primera y de segunda, dependiendo si pueden pagarse una consulta privada y esquivar la espera. La sanidad es un derecho y no puede depender del dinero que se tenga, más cuando quienes tienen una salud más vulnerable suelen ser quienes tienen menos recursos para pagarse una sanidad privada.

Por eso, desde COCEMFE Navarra, federación que agrupa a 17 asociaciones de la discapacidad física y orgánica con más de 6.000 personas asociadas, exigimos medidas. Ahora que faltan pocos días para unas elecciones, tenemos que recordar que la salud no entiende de colores políticos. La salud es el bien más preciado que una persona puede tener, porque cuando ésta nos falta, todo lo demás se vuelve secundario. La ciudadanía ya está cansada de esperar. No nos valen las excusas. No sirve cruzarse de brazos y echar la culpa al anterior gobierno, sea del color que sea, o escudarse en el covid. Estos retrasos son algo estructural del sistema de salud y por ello requieren de medidas estructurales.

En este sentido, ya no sirven los planes de choque. O, mejor dicho, ya no sirven sólo los planes de choque. El Gobierno de Navarra anunció recientemente un plan para combatir las listas de espera por valor de 4 millones de euros: 3 para la “concertación con la sanidad privada” y uno para “la autoconcertación”. O, lo que es lo mismo, 3 millones para derivar citas a la sanidad privada y otro millón para pagar horas extras al personal sanitario.

Es decir, el plan consiste en privatizar la sanidad pública y cargar al personal con más horas, cuando precisamente la solución pasa por el camino contrario: reforzar el sistema público de salud y dotarle de más recursos.

En el punto en el que estamos valoramos de forma positiva cualquier esfuerzo por reducir las listas de espera, pero este plan no es sostenible, es un parche que no aborda esos problemas estructurales que inflan las listas: el colapso de la atención primaria, la gestión ineficaz de los recursos, las reducciones de personal en especialidades, la falta de coordinación, la rotación de personal…

Nadie duda de que la sanidad navarra es puntera y del esfuerzo de sus profesionales, pero tenemos que seguir trabajando para que siga siéndolo. Tenemos una oportunidad entre manos para abordar el retraso en las listas de espera antes de que el problema se desborde, y para ello todos los agentes implicados tenemos que ir a una. Porque no son sólo números, son vidas y recursos públicos.

Por todas esas personas que esperan una cita mientras su salud mengua… porque la espera desespera. Y mucho.

*La autora es presidenta de COCEMFE Navarra, federación de asociaciones de personas con discapacidad física y orgánica