Aún suenan las risas de Sanchez y las ministras económicas cuando un verso suelto se atrevió a sugerir que la inflación debería controlarse a través de un plan de control de precios como ha sido tradicional en tiempos de fuerte inflación. 

En realidad el FMI, el BCE y la Reserva Federal lo saben, pero la presión de los lobbies mundiales por medio de los tipos de interés es el maná para beneficiarles, aunque resulte una soga al cuello para la ciudadanía del común. Resulta grotesco el mecanismo tradicional implantado por los organismos internacionales de provocar deflación a través del alza cada tres meses del tipo de interés medio punto desde hace tres años y, sin embargo, la inflación persiste arruinando a la población que tiene que optar por comer o por pagar las hipotecas a los bancos para incrementar sus beneficios. De hecho el control de precios es un mecanismo normalizado para controlar el de los combustibles, la energía o los tipos de interés. Está vigente sobre los utilities en países desarrollados, pues dejarlos a las fuerzas del mercado sería el caos. Es la tesis de la académica de la Universidad de Massachusetts, Isabelle Weber, que ha sufrido el acoso de los medios de comunicación que apoyan las criptomonedas y extrañamente el prestigioso y progresista premio Nobel, Paul Krugman, que ha calificado la tesis de Weber de “verdaderamente estúpida”, rechazándola. Aunque se está imponiendo como medida realista frente a la tradicional de la deflación inducida. 

Krugman finalmente ha reconocido su error y se ha disculpado en un gesto que le honra. Pero que ha herido a la economista del “brutal acoso” por ser mujer y por ir contra las tesis tradicionales que se ha demostrado que la inflación tiene que ser tratada por otros medios, pues manipular el tipo de interés es el tributo de la humanidad para satisfacer a los poderosos que lideran sistema financiero mundial.