Aunque casi ya olvidada, hubo una época de nuestra historia reciente en que adversarios políticos, muy adversarios, se sentaron, dialogaron y pactaron mirando sobre todo por el bien de todos. Tuvieron altura para comprender que no era momento para miradas a corto plazo. Sabían que no nos lo podíamos permitir.

Nuevamente, nos encontramos en ese momento pero la gente está bastante más harta y escéptica. No queremos asistir pasivamente a un espectáculo de reparto de cromos y puestos entre unos y otros. No lo queremos porque nosotros somos los principales protagonistas. ¡Queremos ser testigos directos de estas conversaciones!

Estos días se van a elegir a los gobernantes de nuestra ciudad y comunidad. Tenemos derecho a conocer, de primera mano, el desarrollo de esas negociaciones. Pedimos que sean constructivas, públicas y transparentes.

Demandamos que no se empiece hablando de cargos sino de proyectos de ciudad y comunidad, de planes de futuro, de retos estructurales, de medidas urgentes a tomar. Exigimos que se mire por la gente, por el conjunto, y que se haga con una mirada “a largo plazo” y con la altura esperable.

Hay demasiada gente cansada. Es un deber ético y ya urge hacer estas cosas bien.

El autor es profesor