La Federación Europea de Caza y Conservación (Face) lanzó una campaña en 2022 y al día de hoy han conseguido 360.000 firmas de cazadores. Y todo debido a que organismos comunitarios de movimientos ecologistas y animalistas presionan a la Comisión Europea para que legisle contra la caza, según los cazadores. La Comisión Europea debe abordar objetivos de la estrategia de biodiversidad, habida cuenta que la biodiversidad tiene un problema serio, que cada vez hay más aves y fauna en general que están en extinción, obviamente las razones son múltiples.

A tenor de los cazadores de Europa, como en España, defienden la caza (actividad cinegética) sostenible, promoción de la caza y conservación como parte del patrimonio cultural.

Ley Foral 17/2005, de 22 de diciembre, de Caza y Pesca de Navarra regula la caza y la pesca.

La clave está en que no se entiende bien debido a que los cazadores, ecologistas y animalistas todos ellos están a favor de la estrategia de la biodiversidad, pero en la práctica real cada vez hay menos biodiversidad. A partir de aquí la Comisión Europea toma nota y tendrá que legislar en pro de la estrategia de la biodiversidad. Los cazadores creen que se va a legislar en contra de la caza, todo está por ver, seguramente sí los políticos se supeditarán a los estudios de los biólogos y técnicos o a los lobbies que tiene sus propios interés.

Ecologistas en Acción ha elaborado un informe sobre el impacto de la caza en el Estado español, donde denuncia los graves perjuicios que la caza está produciendo en el medio natural y que alcanza aspectos medioambientales, de bienestar animal, económicos y sociales. La caza en España, lejos de contribuir al equilibrio natural, es el factor que genera los problemas que luego el sector cinegético se ofrece a solucionar, sin éxito en ningún caso.

Según los cazadores la caza legal, si se practica de manera racional, ética y sostenible, es un medio necesario para el control de la fauna excedente y sus previsibles daños, para aprovechar los bienes naturales y renovables que cada año ofrece la naturaleza. Por otro lado, es un derecho irrenunciable de los ciudadanos y cada uno la practicamos con el regocijo y satisfacción que nos impone nuestra pasión o nos pide el cuerpo. Los cazadores no debemos dar explicaciones a nadie por nuestro buen hacer cinegético, excepto a nuestra conciencia.

La caza ha existido desde siempre, desde momentos inmemoriales e históricos, de los que nos han transmitido su necesidad, especialmente para el humano que la ejercía por propia necesidad para su vestido y protección. En la antigüedad, cazar sirvió para alimentar y vestir a la gente, ha sido una parte de la raza humana para la mayor parte de la historia. Ese tipo de caza, por necesidad, siempre ha sido aceptada y asumida porque se justificaba por la cobertura de las necesidades de las personas. No obstante, y conforme han evolucionado los tiempos, la caza por necesidad se ha convertido mayoritariamente en la caza por diversión, calificada como deporte, hecho que, junto a otros hechos habituales contra la naturaleza y sus habitantes desde siempre, implican una agresión continuada a lo que llamamos actualmente ecosistema, con las terribles consecuencias de las que nos informan para nuestro planeta, hundido en las acciones incontroladas contra el mismo en base a intereses de todo tipo, sin pensar en las consecuencias.

El conflictivo tema de la caza, que por un lado tiene muchísimos adeptos, pero que en este momento, fruto de una evolución y civilización adecuada de nuestra condición como habitantes del planeta, cada vez son más personas las que ven en la caza una amenaza para nuestras especies y sus consecuencias negativas en el ecosistema y equilibrio del planeta, a más a más cuando la práctica se ha ejercido ampliamente como pura y dura diversión, exigiendo en la actualidad a los gobiernos autonómicos y al propio Gobierno central medidas restrictivas y protectoras del hábitat y de la biodiversidad del mismo.

Algunas comunidades autónomas permiten la caza bajo la justificación de esta actividad como control poblacional de especies, centrándose en los jabalíes, los ciervos y los conejos, siempre justificada la práctica ante el daño que, afirman, estas especies están causando en cultivos. En España y en Navarra, la caza, lejos de ser una actividad que contribuya al equilibrio natural, es el factor que genera muchos de los problemas que luego el sector cinegético se ofrece a solucionar, sin éxito en ningún caso, porque los problemas siguen ahí.