Fui estudiante de la pública, trabajo como profesora en la pública y mis hijos van a la pública. Firme defensora de una educación igualitaria, inclusiva, para todos. 

Vengo de un pueblo de Gipuzkoa en el que mis antiguas profesoras dan ahora clase a los hijos de mis amigas. Puedo recitar el nombre de todas mis andereño, algunos con más cariño que otros, pero con todas ellas compartimos vivencias y tuvimos tiempo para conocernos.

En Pamplona buscábamos algo parecido para nuestros hijos. El pequeño comienza ahora su último ciclo en la ikastola. Él no recuerda a todas sus profesoras; 4 en la etapa de Infantil (3 en un curso), 2 en EP1 (sumado a un confinamiento) y después, una cada curso. Otra vez, la incertidumbre de quién será su tutor/a el curso que viene, para afrontar dos años en los que no sólo tienen que prepararse académicamente para acceder a Secundaria, sino que tienen mucho que trabajar en el aspecto emocional. Más aún en una clase en la que hemos tenido intervenciones por situaciones complicadas, sin ir más lejos, este año son dos las familias que han solicitado ayuda para mejorar la situación que están viviendo sus hijos con el resto de los compañeros y compañeras. 

El apoyo del centro y del Departamento no son suficientes si una vez más, estas clases contarán con un tutor/a al que no conocen ni les conoce, que probablemente tampoco haya estado antes en el centro ni conozca su línea pedagógica, con todo el tiempo de adaptación que conlleva.

Un valioso tiempo perdido para nuestros hijos e hijas, que acusan la falta de continuidad del profesorado y carecen de una figura de referencia que, en teoría, les debería acompañar en los dos años que dura un ciclo en Primaria. 

Respetamos y compartimos los derechos de los trabajadores de la enseñanza; necesarios y que ha costado tanto conseguir. Sin embargo, también creemos firmemente en los derechos de los niños y niñas, derechos que se ven mermados por la inestabilidad del profesorado. Excedencias, bajas, comisiones de servicio sin fecha. Contamos con profesores a los que les gustaría repetir centro pero su lugar el año que viene vendrá determinado de su posición en las listas, de un número, del azar. Dejamos pues a nuestros hijos e hijas en manos del destino, cruzando los dedos para que esa persona que llegue, seguro que muy válida, encaje en el grupo y en el centro y pueda sacar lo mejor de nuestros txikis. 

O aún mejor, recordemos que tratamos con niños y niñas, dotémosles de la estabilidad y continuidad que se merecen. Permitamos al profesorado que ha demostrado su compromiso permanecer un ciclo con ellos y que puedan llevar a cabo los planes y proyectos que dficilmente saldrán adelante con la rotación actual de personal.