Sostiene Feijóo que, para su debate de investidura, quería un plazo de sólo 8 días, pero que le obligaron a que fueran 35. Sin embargo, cuando compareció en rueda de prensa tras ser nombrado candidato por el rey, solicitó tiempo para poder negociar porque “hablar con los grupos en horas o en días, supondría que ese candidato parte en una posición de desigualdad”. Por si fuera poco, las cartas que se cruzaron Armengol y Feijóo para fijar la fecha, desmienten su acusación porque en ellas volvió a sostener que no podían obligarle a pactar en horas, o incluso días, y puso como ejemplo otros plazos de más de 30 días.

Ya dijimos que se le iba a hacer muy largo; pero culpar a los demás de su incapacidad para lograr acuerdos es manipular; y, sobre todo, es mentir sabiendo lo que se está haciendo.