El día 25 de diciembre al mediodía se murió mi padre.
86 años y, tras una noche en familia, nochebuena, que es lo que más le gustaba de todo el año; tras disfrutar, reír y echar un último baile con su nieto, al día siguiente murió en su casa sin sufrimiento.
El dolor es grande en el pecho. No lo esperas a pesar de la edad y tantos achaques.
Todo han sido ayudas, una despedida, un entierro digno, familia y personas muy cercanas... y aún así el dolor es grande. El pensar que ya está, de repente, y no lo volveré a ver más.
Y ahí me preguntó, ¿cómo tiene que ser el dolor cuando han asesinado a tus hijos? ¿Cuando de algunos solo tienes miembros encontrados esparcidos y otros quedan bajo escombros ? ¿Cuando asesinan a tu marido o a tu mujer, o a toda tu familia con toda la vida por delante? No con una noche placentera y en casa.... Bueno, algunos en casa sí, pero de un bombazo, de un tiro en la cabeza... Cuando no tienes tiempo de despedirte, ni de dar un entierro digno. Cuando solo te queda correr hasta el siguiente punto donde matarán a alguien más de tu familia o a ti mismo...
Qué dolorosa la muerte de mi padre, y ver a mi madre llorar..., pero qué pequeñito dolor y comodidad a comparacion de esas más de 20.000 personas y sus seres queridos en Palestina.
Respeto por los derechos de las personas. Respeto por el dolor de las familias. Respeto y libertad por Palestina.