Cuando hace décadas empezó a barajarse en Estella-Lizarra dotar de una residencia de mayores en el convento de Santo Domingo por parte del Gobierno foral, se tomó ya entonces una decisión, como se puede ver nefasta en su emplazamiento, con subidas y bajadas que hacen resoplar a cualquiera y si se trata de ancianos ni te cuento. Ahora se quiere habilitar una nueva residencia, esta vez en Oncineda, donde también se resopla para llegar hasta ella. Y es que parece que los mayores no cuentan en estas decisiones, que áas que de políticos es obra de tecnócratas insensibles hacia la tercera edad.

Hagamos un poco de historia y habría que recordar cómo fue Esteban Irigoyen, párroco de la iglesia de San Juan, que al ser presidente del patronato de San Jerónimo ofreció al Gobierno de Navarra todo el terreno que fuese necesario para construir la nueva residencia en el centro de Estella, lindante con San Jerónimo. Recibió como respuesta un no tan cerril como absurdo. Siguieron en sus trece. Este párroco de San Juan tuvo unas actuaciones dignas de reseñar: derribó los muros que delimitaban el asilo y lo nombró y transformó en residencia con libertad para las salidas y para las visitas. También abrió para todo asistente a la iglesia las tres puertas, incluida la que entonces todavía estaba reservada para los ricos; también retiró la placa dedicada al fundador de la Falange que lucía en la fachada principal.

Ni les cuento la indignación que mostró por entonces el facherismo local, que sentenciaron de rojo a aquel cura que encima fue cofundador del Gure Hiskuntza y de Lizarra Ikastola, casi nada. Recuerdo que cuando se decidió hacer la residencia de mayores en Santo Domingo, al entonces presidente de Navarra, que casualmente era de Estella, este mismo párroco le espetó: “cuando seas mayor no querrás subir a esa residencia, la encontrarás muy a desmano y penosa” y tenía toda la razón. 

Así que me dirijo a la señora alcaldesa de Estella-Lizarra, muchas veces hay que enfrentarse contra la sinrazón. Las gentes mayores se merecen tras muchos años de trabajo, un descanso y la solidaridad de todos. El dinero no es de los que han hecho el proyecto, el dinero es de todos los contribuyentes. Están a tiempo. Piénselo con más calma y asesórese mejor. La solidaridad vale más que ahorrarse unas perras.